Un grupo de alumnos universitarios realiza apoyo escolar a chicos y chicas en la Villa 21-24

Todos los sábados, desde las 11 hasta las 12.30, se acercan al barrio de emergencia para trabajar con los niños.

18-05-2020 Buenos Aires Argentina - Coronavirus - Ciudades - Operativo puerta a puerta en la villa 21-24. Foto: Luciano Thieberger.

Un grupo de jóvenes estudiantes impulsados por una residencia universitaria perteneciente al Opus Dei, donde algunos viven y otros la frecuentan, acuden cada sábado al mediodía a la Villa 21-24 para ayudar a un grupo de chicos y chicas de entre 8 y 14 años con sus actividades escolares y enseñarles de una manera más cercana y personalizada.

El líder de esta actividad solidaria este año, José Castany, habló con Pirámide Invertida sobre cómo surgió la iniciativa, el desarrollo del apoyo escolar y cómo ayudan a los chicos y chicas de este barrio de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires.

«Es algo que se viene organizando desde hace mucho tiempo, como de ‘generación en generación’ en la residencia, ya que es una de las dos actividades solidarias del centro, junto con la catequesis. Así que el equipo va cambiando siempre, dependiendo de las personas que vayan entrando y conociendo al Opus Dei también», explica Castany.

La prelatura de la obra de Dios (Opus Dei en latín) tiene como una de sus características principales las actividades solidarias con los más necesitados, ya que entienden que la «santidad» se alcanza en la vida cotidiana, a través del trabajo y la acción en el mundo. Por eso, para ellos, estas actividades son pilares fundamentales en su misión de promover la presencia de Dios en la vida ordinaria.

Consultado sobre cuántas personas forman parte de la actividad, el líder indica: «Va cambiando, fijos somos unos 3 o 4, y varían los demás entre personas de la residencia o afuera, dependiendo, claro, de personas que quieran ‘sacrificar’ su sábado en la mañana para esto. Las edades son las de personas universitarias, entre 18 y 24 años».

Refiriéndose a las personas que asisten y si tienen alguna formación académica específica (por ejemplo, estudiantes de docencia) explicó que «son voluntarios», y que «no es necesaria una formación específica o estudiar algo relacionado, ya que como máximo van chicos de 13-14 años con sus tareas escolares». «Son conocimientos que tienen ‘frescos’ en la mente y se les dan fácilmente, cosas básicas que saben que los pueden ayudar, como sumas, restas, multiplicaciones, etc», detalla.

Los voluntarios dan clases en «un salón que presta la capilla de Mailín, que se consiguió en su momento gracias a un cura de la villa».

Castany cuenta que allí enseñan «un poco de todo, pero mayormente matemáticas, ya que es la materia más difícil en general para los chicos de esas edades, que son entre los 8 años y los 13-14».

La actividad se desarrolla «todos los sábados de 11 a 12.30, aproximadamente, y participan entre 5 y 12 chicos y chicas». «Depende mucho a veces también de las ganas de levantarse a la mañana de los niños», sonríe el organizador.

«Lo que intentamos hacer es que ellos nos muestren los contenidos que ven en el colegio y, en base a eso, tratamos de guiarnos y exigirles un poco más que allí, para que no se aburran viendo lo mismo que ya saben de antes», especifica en cuanto a las tareas que realizan.

Castany destaca que quienes asisten a recibir la ayuda «son chicos con problemas económicos bastante complicados».

«Hasta se sorprenden con nuestras cosas, como celulares, por ejemplo. Es muy impactante. Hay muchos chicos con problemas familiares serios también, que no les dan la atención suficiente, y hasta con temas de suicidio y autolesiones, cosas muy feas», resalta.

Sobre el vínculo con los vecinos del barrio, comenta que «al principio siempre es un poco incómodo, pero poco a poco vas conociéndolos y mutuamente terminás llevándote mejor y agarrándoles cariño». «Los chicos te van contando cosas y al final terminamos siendo todos amigos», destaca.

«Sinceramente, lo que buscamos es reforzar, no tanto que aprendan cosas nuevas o así, pero es reforzar las materias que les enseñan en el colegio. Y si ya saben bastante de algún tema, exigirles más para despertarles el interés. También, en lo personal, después de un par de años de conocerlos, cada vez nos llevamos mejor», concluye Castany.

Luego de esta explicación, José dejó en claro que se seguirá fomentando esta actividad desde este centro de la obra y que continuarán ayudando a estos niños y niñas pertenecientes a la Villa 21-24.

 

José Torrealba Giménez – 2°B Turno Mañana