Dolores Avendaño, de Argentina para el mundo

La trayectoria de la artista que diseñó las portadas más reconocidas de los libros de Harry Potter y, además, se transformó en corredora de ultradistancias es fascinante.

Esta es la historia de Dolores Avendaño, reconocida ilustradora de literatura infantil, famosa por ser la autora de las portadas del mega bestseller Harry Potter en español y que tiene su propio relato de cómo alcanzó el lugar que ocupa hoy. Y, lejos de la soberbia, como si de un libro de autoayuda se tratara, remarca que lo suyo fue a fuerza de perseverancia.

Pasó mucho tiempo dibujando fortalezas, hechiceras y criaturas marinas, y optó por inscribirse en la carrera de Comunicación Visual en la Universidad de Buenos Aires. Más adelante, aplicó para cursar Arte Visual en la Escuela de Diseño de Rhode Island, en Estados Unidos, aunque terminó en el grupo de suplentes.

Un mes después de haber sido admitida, dos de los tres docentes que la instruían la llamaron aparte para sugerirle que considerara otra carrera. «Me comentaron, ‘el campo de la ilustración es muy exigente, te será difícil encontrar empleo.’ Estoy segura de que lo hicieron con buenas intenciones. Sin embargo, no lograron percibir la pasión que me impulsaba y el fuerte anhelo de dedicarme a la ilustración. En esos momentos complicados, cuando los profesores te dicen ‘esto no es lo tuyo,’ tuve la fortuna de estar muy en sintonía con mi vocación interna.»

El objetivo siempre fue el mismo. Su determinación era tan grande que terminó todas las asignaturas en solo dos años y medio, aunque el programa completo duraba cuatro años. «Me encantaban las clases, nunca se me ocurría quejarme. Claro, todos tenemos días complicados, pero en general, sentía mucho entusiasmo. Luego, descubrí que la palabra entusiasmo significa ‘estar lleno de divinidad’. Entendí que es algo muy profundo.»

Al graduarse, empezó a buscar trabajo en Nueva York. Llegó, recién titulada y con un portafolio en mano, a la editorial William Morrow. Estaba llena de expectativas, aunque no se imaginaba lo que le esperaba. Su primer proyecto fue *On Halloween Night* (1994), un libro de tapa dura –el formato más costoso y complicado de producir– con 32 páginas por ilustrar y total libertad creativa.

Su trayectoria se disparó, regresó a Argentina y trabajó en la ilustración de *Sufridor, el caballito criollo que llegó a Alaska*, una historia verídica sobre un estadounidense y un ruso que viajaron desde Ushuaia hasta Alaska. El director artístico de ese proyecto le mencionó una propuesta sobre “un joven mago” de una autora británica llamada J.K. Rowling, y ella aceptó participar. Tras entregar la primera portada, siguieron solicitándole más, una tras otra. El resto es historia: todas las cubiertas de las ediciones en español, distribuidas en España, Latinoamérica y Estados Unidos, fueron creadas por ella.

A los 30 años, tras entregar la tercera ilustración, Dolores decidió perseguir otro de sus sueños de niña. Quería convertirse en corredora de maratones, vivir aventuras como las que veía en las películas de Indiana Jones cuando era pequeña.

Se unió a un equipo de corredores para empezar a entrenar. Un mes después de finalizar su primer maratón en Nueva York, su entrenador le enseñó una imagen de unos atletas corriendo por el desierto del Sahara. «Vi esa foto y pensé ‘sí, esta es la carrera que quiero’. No lo dudé», recuerda. Era el Marathon des Sables, una competencia de siete días en la que cada corredor debía ser autosuficiente (ella debía llevar su propia comida). La distancia era de 243 kilómetros distribuidos en seis etapas. «Todos me dijeron que estaba loca, que era imposible», comenta.

En 2003, se convirtió en la primera mujer argentina en participar en esa competencia y la completó, a pesar del agotamiento extremo. Jamás olvidará cómo estuvo a punto de abandonar en la primera etapa, hasta que vio a un corredor ciego que avanzaba con su muñeca atada a la de un guía. «Al ver a ese corredor, pensé ‘ya basta, no me preocupo más, voy a disfrutar cada momento de esta increíble experiencia’. Fue asombroso.» Terminó en la posición 243 de 670 competidores.

Desde que empezó en 1999, no se detuvo. Compitió en Madrid, Nueva York y en varias provincias argentinas. En 2003, se consagró ganadora de las 100 Himalayan Miles, una carrera de 160 kilómetros en el Himalaya de la India, con una altitud que oscilaba entre 1900 y 3900 metros sobre el nivel del mar.

Valentina Viva 2° A TT