El pasado domingo 3 de septiembre, una semana después de lanzar un misil balístico que sobrevoló Japón y cayó en el Pacifico, Corea del Norte, bajo el mandato del líder Kim Jong Un, realizó una nueva prueba de su armamento nuclear. Esta vez fue el turno de ensayar con una potente bomba de hidrógeno, más poderosa que aquellas dos que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, terminando con la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia de estas detonaciones hubo dos fuertes sismos en suelo norcoreano de magnitud de 4,6 y 6,3, que también alcanzaron parte de Rusia y China.
Han Tae Song, embajador del país asiático ante Naciones Unidas en Ginebra, aseguró que el régimen está «orgulloso» de haber realizado «exitosamente» la prueba con una bomba de hidrógeno para un misil intercontinental.
«Las recientes medidas de autodefensa de mi país son un paquete de regalo dirigido a nadie más que a Estados Unidos», dijo Han al foro de Ginebra.
«Estados Unidos recibirá más paquetes de regalo de mi país, siempre y cuando recurra a provocaciones temerarias e inútiles intentos de ejercer presión sobre la RPDC», sostuvo el embajador.
Este hecho activó nuevamente las alarmas, no solo de la Casa Blanca, sino que también del resto del mundo sobre una posible Guerra Termonuclear, tal como lo advirtió el embajador del país asiático Kim In Ryong.
Según especialistas, esta guerra sería rápida y más destructiva que los terremotos u otros desastres naturales. Duraría pocas horas y el impacto sería devastador a nivel mundial, ya que la explosión de estas bombas H alcanzaría los 5 kilómetros, acabando con todo lo que estaría dentro de esa zona.
En octubre de 2006, después de años negociaciones con potencias extranjeras y de cambios de postura, Corea del Norte realizó su primera prueba nuclear, bajo el dominio de Kim Jong il, con el lema “Un arma para la paz”. Le siguieron los ensayos de mayo de 2009 (en plena transición de poder Jong il y su hijo Jong Un); febrero de 2013; enero y septiembre de 2016 y septiembre de 2017.
En los últimos días la tensión de este conflicto ha crecido con la disputa entre aquellos países que condenan o apoyan a los norcoreanos. Corea del Sur y Japón, que comparten alianza con Estados Unidos, buscan protegerse de la amenaza, ideando un plan de antimisiles y poniendo soldados norteamericanos en sus tierras para intimidar a Corea del Norte. Por parte de Rusia y China, este último principal aliado comercial de los norcoreanos, piden por la negociación entre ambos países para llegar a una tregua y terminar con este conflicto que puede perjudicar al mundo entero.
CARLOS PIÑEL