Campeón argentino en 1990 y Sudamericano en 2007, el físicoculturista de 61 años habló con Pirámide Invertida e hizo un repaso de su experiencia de cuatro décadas en el deporte.
– Para el que no conoce el fisicoculturismo. ¿Cómo es su preparación?
– Es algo fantástico, en donde haces muchos amigos y te encontrás con variadas emociones. La preparación se lleva a cabo con actividades recreativas y luego competitivas. Hay que poner toda la voluntad, entereza y amor, dejar de lado muchos placeres cotidianos, tiene que haber disciplina, orden y sueños que en el futuro se van a hacer realidad. Una vez instalado en el deporte, uno se mantiene dando lo mejor.
– ¿Qué lo llevo a ingresar en él?
– En la adolescencia practicaba artes marciales. Mi maestro me mandó al gimnasio para hacer complemento de pesas porque me faltaban fuerzas en los golpes. Para cuando cambió mi cuerpo (tener más hombro, espalda, pecho) me encontré con la posibilidad de ingresar en una nueva forma de vida que es el culturismo.
– ¿Cuál fue la base de lograr los campeonatos que obtuvo?
– Siguiendo el camino correcto. Transité otros torneos como el Campeonato Bonaerense, Mr. Buenos Aires, Mr. Hércules, la Copa Sur… Logré ganar el Campeonato Nacional, que me habilitó participar en el Campeonato Sudamericano en 2007, que se realizó en Chaco y tuve la gran emoción de ganarlo, con la compañía mi coach, Carlos Rodríguez.
– ¿Tiene alguna asignatura pendiente?
– Siempre hay alguna pendiente. Después de ganar el Sudamericano me estaba preparando para un Campeonato del Mundo, pero sufrí una lesión el hombro izquierdo. Tuve una intervención quirúrgica por un problema con el manguito rotador. Me operaron y tuve que parar hasta el lata médica. De ahí empecé a entrenar porque este gladiador todavía no se ha dado por vencido. Corre por mi venas las sangre del deporte y deseo con volver al tablado y competir en un mundial, sin pensar en cómo saldría en el torneo. Con 61 años sueño despierto.
– ¿Cómo difunde y enseña la disciplina en la actualidad?
– Hoy tengo mi gimnasio. Es modesto pero de mucho corazón y todos los días doy clases. Es hermoso porque a los chicos les damos todas las enseñanzas, les transmito los 40 años de carrera que llevo. Hay días en los que tengo que cumplir una doble función, porque a veces hablan más conmigo que con los padres. Entonces les enseño y les digo que vayan por el camino que corresponde.
Por Franco Duarte