Luis Lazarte se consagró campeón del mundo en la categoría minimosca en 2010, a los 39 años y a poco de colgar los guantes. Logró la tan esperada coronación tras vencer al colombiano Carlos Tamara, por puntos, en fallo dividido, en un combate que se llevó a cabo en el Club Once Unidos de Mar Del Plata.
Ahí fue donde más a flor de piel sintió toda su historia. Tuvo una vida dura, su mamá lo abandonó apenas nació, fue criado por un matrimonio, en el que el hombre le pegaba y por eso se escapó de la casa, se crió en la calle.
Años después conoció a sus padres de sangre, contó que no les pidió explicaciones ni en su momento ni después. Lleva el apellido de su mamá biológica, pero no tiene vínculo con ellos ni con sus hermanos, que en total son cinco pero él conoce solo a tres.
Durante toda la vida sufrió violencia, pero siempre trató de salir adelante, de alguna forma u otra ganarse el pan del día, trabajando juntando cartón, abriendo las puertas de los taxis y cuidando autos, cualquier cosa para poder comer. “Creo que en la vida hay que buscar una forma digna de vivir. Yo soy creyente, soy cristiano y Dios me ha ayudado mucho en toda mi vida”, asegura.
Esa noche, cumplía su sueño. “No me olvido más de aquella noche, Quería ser campeón del mundo y por fin lo conseguí. Ya había intentado cinco veces anteriormente. Era el sueño de mi carrera. Lastima que me toco grande, ya no tenía mucho más para dar en el boxeo”, fueron sus palabras cuando se cumplían 10 años de ese momento
Pero sin imaginarlo, la vida le tenía preparado un giro completamente inesperado, cuando dos años después, en un combate por retener el título, terminaría con su carrera como profesional.
En 2012 fue suspendido de por vida por la Federación Internacional de Boxeo (FIB) tras haber amenazado de muerte a un árbitro en la pelea ante el Filipino John Casimero, que se celebró el 10 de febrero de ese año, en el Club Once Unidos de Mar Del Plata, el mismo lugar donde había conseguido el título.
En el combate hubo varias situaciones que alteraron tanto a los boxeadores, como al árbitro y a la gente que estaba en el lugar. Por parte del argentino hubo palabras que no gustaron, y el árbitro tomó ciertas decisiones que también molestaron. Finalmente ganó Casimero por nocaut técnico en el décimo asalto, una pelea donde fue superior en varios rounds y resultó un justo vencedor.
Todo se descontrolo cuando la hinchada local, que en su mayoría pertenecía al Sindicato de Camioneros y alentaba por el argentino, donde también estaba presente el dirigente del gremio, Pablo Moyano, no soportó el desenlace de la pelea y comenzaron a tirar vasos y sillas al ring y hasta se subieron para golpear a más de una persona incluyendo al púgil filipino quien ese momento decidió no hacer la denuncia.
Más allá del escándalo que se armó después, a Lazarte no lo sancionaron por eso, sino por lo que le dijo en el sexto round al juez del combate, Eddie Claudio. “Me rajaron del boxeo porque en uno de los rounds, cuando el árbitro me bajó un punto, le pregunté: “¿Vos querés salir vivo de acá? Pero no fue amenaza, fue una pregunta que se interpretó mal. Yo le pedía que fuera parejo, pero ya está, me equivoqué”, reconoció tiempo después.
“Eso fue un momento de calentura. En esos momentos uno dice cualquier cosa, a mucha gente le pedí disculpas. Le pedí disculpas al árbitro, que no estaba capacitado para este tipo de peleas, le pedí disculpas al filipino, a todo el mundo”, declaró, resignado por lo que había pasado.
El combate y el título quedó en segundo plano tras lo sucedido, y eso es algo que a él le dolió. “Ni me imaginaba lo que iba a ocurrir, no conocía ni a quienes subieron al ring. Me vivi disculpando después de aquel día, pero la marca me quedó igual. hoy cuando me ven me dicen: ´vos sos el del quilombo´. Nadie se acuerda del titulo del mundo”
Tiempo después peleó, no de manera profesional, hasta que se retiró. Actualmente disfruta de salir a correr con su esposa, y se dedica a lo que hizo casi toda la vida, barrer las calles marplatenses, ya con 53 años.
Julieta Vera
2°A turno tarde