Ya comenzó la cuenta regresiva para la tercera edición de los Juegos Olímpicos de la Juventud, que se van a llevar a cabo el año que viene en Buenos Aires, entre el 6 y el 18 de octubre. Con la localía jugando a favor, la Argentina tendrá representantes en todos los deportes, por lo que la expectativa de cosecha de medallas es alto. En tenis, por ejemplo, tendrá un representante tanto en la rama masculina como en la femenina de singles, quienes aún no han sido confirmados. Sin embargo, hay muchos chicos que se entrenan para poder ocupar esas plazas. La pregunta es: ¿Cómo se tienen que formar a los menores en el alto rendimiento deportivo? Para responder esa incógnica, Hernán Rojas, preparador físico de Carlos Berlocq y entrenador de jugadores Junior, habla al respecto.
El entrenamiento para la alta competencia, como primer arista de análisis, no tiene muchas diferencias entre un chico (menor de 18 años) y un adulto, pero hay pautas que deben respetarse. «Hay deportes en los que los chicos llegan a temprana edad al alto rendimiento, pero se los tiene que seguir trabajando como chicos», afirma Rojas. También agrega que se acostumbra a que la mayoría de los chicos de entre 14 y 16 años, que llegan a un buen nivel, se olviden de que están en una edad muy temprana y quemen etapas por creer que llegaron a la cúspide de su potencial. Por otro lado, explica que en el tenis se necesita mucho de la fuerza y la velocidad, las cuales deben ser exprimidas entre los 14 y 16 años, porque esa es la «edad de oro» en la que se pueden trabajar esas capacidades físicas. De la misma manera que un gimnasta necesita de la flexibilidad, que es mejor moldearla y sacar el máximo provecho de ella entre los 10 y los 12, para el tenista esa franja de la adolescencia es clave.
Este trabajo que se realiza en la juventud debe mantenerse una vez que el deportista crece, ya que en edades avanzadas el cuerpo difícilmente puede mejorar su estado. En este sentido, Rojas sostiene: «Durante la niñez, pre adolescencia y adolescencia hay que tener todos los cañones dirigidos a todas las capacidades pero haciendo énfasis en una u otra dependiendo de la edad en la que se esté».
Un punto importante que remarca es que la competencia debe ser tomada como un eslabón más en el proceso de entrenamiento y no como una unidad separada de este, por lo que tiene que ser constante y continua. Por esta razón hay más tenistas que llegan a la elite a una edad temprana: porque compiten mucho. Esto también implica que el chico necesite adquirir responsabilidades para poder tener éxito a la hora de jugar campeonatos. Rojas se refiere al respecto al decir que, al tener que jugar tan seguido, los jugadores no pueden, por ejemplo, salir un fin de semana al boliche sabiendo que al día siguiente tienen un partido.
Con respecto a las lesiones, el encargado de la preparación física de Berlocq dice: «Hay un bloque de trabajo que se llaman ejercicios preventivos, que se hacen en semanas de entrenamiento y durante la competencia misma». También aclara que no se tienen que dejar de hacer, ya que sino aumenta el riesgo de lastimar alguna parte del cuerpo. Además, agrega que, al ser un deporte totalmente asimétrico (se juega con un solo brazo y siempre se trata de buscar el golpe desde el lado hábil), si no se mantiene una cierta «simetría» en el físico de los jóvenes, se va a incurrir en atletas adultos que vivirán lesionados.
Hay, además de todo, un aspecto interesante que enfatiza Rojas y trata de tomarse el deporte como un juego: «Los chicos que mejor compiten son los que mejor han jugado de chicos, pero jugar en el sentido más literal de la palabra, sin reglas impuestas por los adultos». Indica que, por esto, hay muchos jóvenes del Interior que son muy buenos atletas y que cada vez surgen más. Incluso son más creativos, porque, al no haber un reglamento que los rija, lo único que los detiene es su propia imaginación, de la cual dependen para salir de cualquier situación. «En las escuelas deportivas, salvo alguna que otra, todas se olvidan de la improvisación y se entra en un esquema de formación que se encasilla en algo», asegura el entrenador.
Por Nicolás Cardinale