El movimiento nació como una experiencia teatral y cultural en 1981 durante los últimos años de la dictadura militar, como herramienta de lucha que generaron autores, directores, actores, músicos y técnicos argentinos. Su gestación tuvo lugar dentro de un clima dominado por el miedo, la desocupación, las listas negras, los desaparecidos, las persecuciones, reunidos bajo iniciativa del fallecido dramaturgo Osvaldo Dragún que, pese a los intentos por acallar al teatro argentino, todavía existía.
El detonante para la concreción de este grupo fue la eliminación de la cátedra de Teatro Argentino Contemporáneo en la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) y con la prohibición que existía a tal punto de que el Teatro San Martín no incluía obras de autores nacionales en sus salas.
Este movimiento cultural tenía unos 250 integrantes entre autores, directores, actores y técnicos que querían visibilizar la dramaturgia argentina aislada por la censura en las salas oficiales.
El 28 de julio de 1981 el grupo de Teatro Abierto realizó la primera función en el Teatro del Picadero, en Pasaje Santos Discépolo 1857 (ex Pasaje Rauch) de la ciudad de Buenos Aires y de él participaron prestigiosos hombres de la cultura nacional como los autores Roberto Cossa, Aída Bortnik, Ricardo Monti, Eduardo Pavlovsky, Carlos Gorostiza, Pacho O’ Donell y entre los actores y actrices podemos citar a Luis Brandoni, Ulises Dumont, Carlos Carella, Rita Cortese, Cipe Lincovsky, Patricio Contreras, Virginia Lago, Pepe Soriano, Onofre Lovero, Inda Ledesma, Manuel Callau y Mirtha Busnelli, quienes pusieron el cuerpo y contaron con un gran acompañamiento del público para enfrentar a la dictadura que pronto reaccionó, pues el el 6 de agosto de 1981, una bomba incendiaria acabó con el Teatro del Picadero.
Lejos de lograr acallar esta movida, se generó un movimiento de adhesión y sensibilizó a autores importantísimos como Jorge Luis Borges que escribió: “Estoy con ustedes, en defensa de la cultura”, y a empresarios del espectáculo muy reconocidos de la época como Alejandro Romay que expresaba: “Muchachos, a mí esto de que quemen teatros me pone muy nervioso, tienen los míos a su disposición”. Finalmente las funciones pudieron continuar con gran éxito de público en el Teatro Tabarís de la avenida Corrientes, hasta la finalización del ciclo ya en democracia en 1985.
Miguel Vidal