Florencia Romero, quien representó a la delegación argentina en los Juegos Paralímpicos de Río 2016 y Tokio 2020, logró este año su segunda mejor marca en lanzamiento de bala con 9,49 metros luego de atravesar el peor momento de su vida. Es que a la porteña le extirparon un tumor maligno de un kilo y medio y tuvo que atravesar veinticinco sesiones de radioterapia para poder volver a competir.
La atleta ciega persigue un objetivo claro: “Apunto a los Juegos Olímpicos de París 2024, pero aprendí a no planificar. Sin embargo, prometí subirme al podio porque me lo merezco. Porque estoy sana, curada, y voy por todo”.
Sin embargo, esta no es la primera vez que la vida la pone a prueba, ya que, hablar de Florencia Romero es referirse a una historia de superación constante. A sus ocho años tuvo que atravesar la pérdida completa de su visión debido a un cáncer en los ojos. Eso no le impidió poder dedicarle su vida a su gran pasión: el deporte.
Estuvo meses investigando en su interior qué era lo que realmente le gustaba. Navegó por los caminos de la natación, pasó por el esquí cuando con su familia tuvo que trasladarse a Chubut y, finalmente, se enamoró de sus dos especialidades: lanzamiento de bala y de disco.
“A todo lugar donde vaya y participe, me tengo que subir al podio, porque lo que me banqué en cuanto a mi salud no es nada comparado a estar en los primeros tres puestos de cualquier competición”, expresó la atleta en diálogo con la Escuela del Círculo de Periodistas Deportivos.
Florencia Romero le ganó una vez más a la vida. La perseverancia, la autoexigencia y el trabajo duro y constante hacen que nada sea imposible para ella. Comenzará, sin duda alguna, una segunda etapa en lo personal y en lo deportivo. Y está lista para hacer historia.
Milagros Regueira – 2ºA Turno Mañana