Todos los años, cientos de cables de internet se destrozan en las profundidades acuáticas y es necesario para su reparación el uso de robots o ROVs (vehículos operados de manera remota) para poder extraer esos cables rotos y que el hombre haga su trabajo de reparación.
“El cable no suele repararse bajo el agua, se coloca sobre el barco para que los técnicos puedan arreglarlo. Para encontrar la parte dañada se toman medidas en ambos extremos del cable y, una vez que llega el buque, la reparación suele tomar menos de un día, aunque no siempre es así», explica el historiador tecnológico Bill Burns.
«En aguas más profundas los cables están situados en los mismos emplazamientos que hace 160 años. Los ROVs pueden usarse para ubicar la sección dañada. Se desciende un rezón (una pequeña ancla) en una cuerda gruesa y se arrastra hacia el cable hasta que se engancha a éste», expresa el especialista. Las operaciones suelen ser complejas pero las empresas de hoy en día suelen estar acostumbradas al proceso de reparación.
Como dato, el primer telégrafo transatlántico comenzó a funcionar en 1858 y tuvo que ser reparado a las pocas semanas. Esto implica que desde hace tiempo el hombre convive día a día con las máquinas para poder reparar semejante problemas que conllevan cuidado y precisión para poder unir un cable, ya que solo los encargados y especialistas a bordo del buque/barco pueden hacerlo.
John Hayduk, jefe de operaciones de Tata Communications, la red de cables submarinos más grande del mundo, que proporciona el 25% de las rutas de internet del planeta, explica: «Un cambio repentino en el voltaje es una señal de que algo va mal. Se necesita mucha electricidad para encender la señal que gestiona los datos que transportan los cables submarinos y que hacen que internet funcione. Cuando un cable está roto, entra en contacto con el mar, lo cual se traduce en ese cambio súbito en el voltaje. Si el cable ha sido completamente cortado, su tráfico de internet se redirige al instante a otro sistema de cableado y muchas veces los usuarios ni siquiera notan que el cable está dañado».
En Las Toninas se encuentran las estaciones de amarre de los cables submarinos que representan las conexiones principales a Internet de la Argentina con el resto del mundo. Según explica Ernesto Curci, vicepresidente del área de Service & Network Managment de Level 3, empresa que desde comienzos de este siglo gestiona uno de los cables, la elección de Las Toninas no respondió a un capricho. «Se debe al lecho marino, en referencia a las inspecciones preliminares, que determinaron la ausencia de piedras y otros restos que podrían afectar la salud de los cables-. Por otro lado, se trata de la primera ciudad (en términos geográficos) con esa condición. Podríamos ir más al sur, pero eso requiere agregar más cable y, por ende, implica un costo mayor».
Lucas Soto, Franco Niccolini y Lautaro Escobedo