Es indiscutible que el tenis masculino no tiene comparación con el femenino. Mueve más dinero, mayor televisación y más fanáticos. Es un tenis mas violento, potente y rápido, y en consecuencia, más del gusto del espectador. La única gran ventaja de las tenistas es la poca previsibilidad a la hora de anticipar los resultados de un partido, ni hablar de un campeonato. Luego de años de dominio de Serena Williams, ahora está demostrado que no hay una jugadora que pueda erigirse como dominadora del circuito.
Serena fue la número 1 del ranking WTA durante 186 semanas consecutivas, entre febrero del 2013 y septiembre del 2016. Luego, el poder lo tomó la alemana Angelique Kerber, aunque se turnaron con la estadounidense en la cima durante el último año. La menor de las Williams, embarazada, no participa de Roland-Garros. Kerber llegaba con confianza, pero perdió en la primera ronda con la rusa Makarova, 40º del ranking. Maria Sharapova, suspendida en 2016, no recibió una invitación para jugar el torneo. Con este panorama, parece que cualquiera se puede llevar el trofeo a casa.
Las candidatas que se pueden percibir son la española Garbiñe Muguruza (23 años, puesto 5) y la bella ucraniana Elina Svitolina (22 años, puesto 6). Muguruza no ganó títulos en lo que va del año, pero tras un comienzo con tropiezos llegó a las semifinales del Masters 1000 de Roma y llega entonada. Svitolina, en cambio, es una de las grandes promesas del circuito. Campeona en Taipei, Dubai, Estambul y Roma, venció a la kazaja Shvedova en 2 sets y volverá a jugar el próximo jueves. También avanzan a paso firme Kvitova, Kuznetsova, Cibulkova, Wozniacki y Pliskova. Quedó en el camino sorpresivamente, además de Kerber, la británica Johanna Konta, 7ma preclasificada.
El poderío actual de Muguruza, Svitolina y cía. no significa que el circuito tenga un dueño, ni mucho menos. No sorprendería que de aquí a un par de meses las figuras actuales se desdibujen y los ojos del circuito se posen en nuevas esperanzas, surgidas de un campeonato que las agarró inspiradas. Ese es el principal problema que enfrenta el tenis femenino actual: la falta de constancia. Al contrario que el tenis masculino, donde los mismos 5 jugadores dominan el ranking desde hace 10 años, el femenino todavía tiene el trono (que sigue perteneciendo a Serena, que no es número 1 porque no jugó lo que esperaba, aunque ese reinado esté acercándose al final) en disputa. Y todos los años los nombres que buscan suceder a la última reina van cambiando. Después de todo, y marcando más diferencias con los varones, la historia del tenis femenino sólo tuvo 3 grandes dominadoras en las últimas décadas: Graf, Navratilova y la propia Serena.