El Papa Francisco visitará Chipre y luego Grecia, en un viaje a las fuentes de Europa con el que intentará plasmar la mirada de la dirigencia política regional sobre la problemática migratoria. El Sumo Pontífice sostiene que el Mediterráneo se transformó «en un gran cementerio» y reclama una política de «puertos abiertos» para quienes huyen de las guerras y de la pobreza y desembarcan en las costas del continente.
Se trata de su tercer viaje por fuera de Italia en todo el 2021. Llegará primero a Chipre, el país más oriental de Europa, desde donde hace de puente natural con Medio Oriente, y luego irá a Grecia, donde el foco estará puesto en la visita que hará el domingo 5 de diciembre a la isla de Lesbos, toda un símbolo de los migrantes que buscan llegar al Viejo Continente y a la que Jorge Bergoglio ya visitó en abril de 2016.
Con la visita al campo de refugiados conocido como “Moria 2”, Lesbos se convertirá en el único destino europeo fuera de Italia al que el Sumo Pontífice haya ido más de una vez.
Todo un mensaje sobre la centralidad que tiene la preocupación por los inmigrantes y refugiados en su agenda.
Esto transcurre en el medio del creciente acercamiento entre la Santa Sede y Chipre, por el que el Vaticano construirá en los próximos meses su primera Nunciatura en el país; la preocupación compartida por el conflicto migratorio del Mediterráneo, que lleva a miles de personas intentar llegar hacia la isla como «puerta de entrada» a Europa. Se espera que, entre Navidad y comienzos del 2022, unos 50 refugiados llegados a Chipre sean trasladados a Roma como parte de la iniciativa papal para concretar en hechos sus prédicas “pro-acogida” y a su vez buscará convertirse en el puntapié inicial para que lo copien los demás Estados europeos.
En una grabación dada a conocer antes de una nueva salida del Vaticano, el Papa expresó: “Pienso en los que, en los últimos años y todavía hoy, huyen de las guerras y la pobreza, que desembarcan en las costas del continente y en otros lugares, y no encuentran hospitalidad, sino hostilidad e incluso son instrumentalizados. Son nuestros hermanos y hermanas. ¡Cuántos han perdido la vida en el mar! Hoy, el Mare Nostrum, el Mediterráneo, es un gran cementerio».
“La realidad de la inmigración en nuestro tiempo adquirió características que a veces pueden llegar a ser aterradoras”, remarcó.
“Objetivamente, el fenómeno es muy complejo y lamentablemente hay grupos criminales que se aprovechan de él; los migrantes corren el riesgo de ser explotados incluso dentro de conflictos geopolíticos, entonces dejan de ser personas para convertirse en números”, añadió.
“Como todos sabemos, la decisión de emigrar, de abandonar la tierra natal o el territorio de origen, es sin duda una de las más difíciles de la vida». «¿Cómo se puede explotar el sufrimiento y la desesperación para avanzar o defender agendas políticas? ¿Cómo pueden prevalecer las consideraciones políticas cuando está en juego la dignidad de la persona humana?», se preguntó Francisco.
Para el Papa, «la falta básica de respeto humano en las fronteras nacionales nos minimiza a todos en nuestra humanidad». En ese marco, «más allá de los aspectos políticos y jurídicos de las situaciones irregulares, nunca debemos perder de vista el rostro humano de la migración y el hecho de que, por encima de las divisiones geográficas de las fronteras, formamos parte de una única familia humana», reclamó.
Cuando Francisco visitó Lesbos hace cinco años y medio, más de 12.000 personas migrantes vivían en el centro de refugiados de Moria, arrasado por un incendio en 2020.
Esta semana, el pontífice llegará en cambio a Moria 2, el lugar donde ahora son unas 7.000 las personas que esperan una oportunidad para poder ingresar de forma legal y segura dentro de las fronteras europeas.
«Peregrino en la fuente de la humanidad, iré de nuevo a Lesbos, con la convicción de que las fuentes de la vida en común sólo volverán a florecer en la fraternidad y la integración: juntos», remarcó el Papa en la antesala del viaje, y sostuvo que «el mar, que acoge a muchos pueblos, con sus puertos abiertos nos recuerda que las fuentes de la convivencia están en la acogida».
Agustín Balparda