Agustín Pichot, nacido en Buenos Aires hace 46 años, es un ex jugador de rugby que se desempeñó como medio scrum. Su debut en el seleccionado argentino fue el 30 de abril de 1995 conta Australia en Brisbane, cuando convirtó su primer try para el equipo. Se retiró en 2007, en el Mundial de Francia, donde la Argentina consiguió la medalla de bronce.
Se sintió frustrado en el Mundial sudafricano, en 1995, porque los técnicos de ese momento, Alejandro Petra y Ricardo Paganini, no lo tuvieron en cuenta para jugar ni un minuto en el torneo.
Ya en el 96 se lo consideraba uno de los líderes del equipo nacional; llegó al Mundial de 1999 con su juego destacado y, ya siendo profesional, el amateurismo lo miró soslayadamente por haber aceptado cobrar para jugar en Inglaterra. La emigración fue el paso que le dio a Los Pumas mejor juego.
En uno de los reportajes, Agustín contó: “Mi viejo, que era amateurista, pero mi viejo del Comercial de San Isidro, no del Jockey Club, fue el primero que entendió que la esencia no se perdía porque su hijo estaba jugando por plata”. Y agregó que el tema no era el dinero sino cómo había que encarar el deporte, y que en todas las disciplinas siempre existió la insidia. Lo acusaron de marketinero por participar en 1996 con los Babarians, un equipo de rugby británico en el que se juega por invitación.
Pichot aguantó los diretes por parte de las amistades de la familia, y tanto él como su papá sufrieron mucho las palabrerías que decían por haber aceptado plata. Incluso en 1999 protagonizó otro hecho fortuito cuando, bajo escritorio, quiso sacarlo Héctor Méndez, DT de ese momento; entonces Agustín le pidió que lo dejara en la cancha, que no lo sacara como Petra en el 95 y que iba a demostrarle que pesar de que los grandes no querían que jugara rápido, él lo lograría.
“Está buenísimo que me hayan sacado, está buenísimo que me hayan puteado, está buenísimo que yo haya sido marketinero, pero esta historia es mía, es cotillón. El que vive la historia de estos 25 años soy yo. La realidad la vivió uno, los de afuera son de palo”, recordó, esbozando una sonrisa.
La puerta la cerró en el año 2007 cuando jugó el Mundial en Francia. Después, sin aviso previo y sorprendiendo al entorno, dio el anuncio de su retiro de Los Pumas con el bronce en las manos. Le costó bastante tomar la decisión porque sintió que había matado una parte de su vida, pero espiritualmente no existió el adiós eterno.
La celeste y blanca hoy la usa otro; él la mira de reojo y sabiendo que no puede ponérsela por más que muera por lucirla. La camiseta lo miraba a él y le hacía recordar que habían firmado un pacto para cumplirlo.
Fue jugador pero le dijo «no» a ser DT; siendo dirigente, reconoció que estaba mucho tiempo en la UAR y también haber sufrido después del 2013/14 cuando hubo un inconveniente, luego del cual dio un paso al costado.
Hoy se dedica a la producción audiovisual, es dueño de la productora Pegsa y entrena a los chicos de 18 años en el CASI siguiendo su pasión el rugby, junto a sus amigos de la camada del 74.
Paola Cintia Lezcano