“El ajedrez se transformó en algo político”, expresó Rodrigo Fernández, corresponsal en Moscú del diario El País, en el programa Informe Robinson. Y no quedan dudas. No solamente porque Garry Kasparov tuvo la intención de ser el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez en 2004 o debido a que Anatoli Karpov también buscó ser el mandamás de esta organización en 2010 (ambos sin éxito), sino que el asunto trascendió al tablero. El ex ajedrecista que fue campeón del mundo entre 1975 y 1985 tenía una mirada a favor del comunismo en la Unión Soviética y actualmente es diputado por el mismo partido que Vladimir Putin, presidente de Rusia. Kasparov, por su parte, además de haber llegado a la gloria de este deporte en 1985 y mantenerse hasta el 2000, es un acérrimo opositor a este gobierno del país europeo y fue fundador del Frente de Unión Civil, que tiene como objetivo garantizar la democracia en Rusia, según lo manifestado por él. Su oposición al régimen oficialista lo llevó a estar preso en más de una oportunidad por participar de manifestaciones en contra de Putin.
La disolución de la Unión Soviética fue una noticia que conmocionó al mundo. Rusia pasó a ser un país independiente. Además, cuenta con el territorio más extenso del planeta. Allí el ajedrez posee una enorme importancia por la gran historia de jugadores de esta nación. Kasparov públicamente acusó a Putin de tener injerencia en el resultado de las elecciones de la FIA en las que se presentó, provocando el triunfo de Kirsán Llyumzhinov, hombre que además fue presidente de Kalmukia, república rusa, entre 1993 y 2010. Tempranamente a Karpov le interesó la política y decidió estudiar economía para entender los movimientos en esta rama que ocurrían en el mundo. Mijaíl Gorbachov fue el último que llegó al poder en la Unión Soviética y llevó a cabo la perestroika, una fuerte reforma económica en la que, según ellos, se trató de apoyar al socialismo. Aquí se produjo el quiebre. Este fue uno de los motivos de la disolución, junto a la Guerra Fría. Estar en la vereda opuesta al comunismo era el objetivo de Kasparov.
La mencionada Guerra Fría, uno de los conflictos más importantes de todos los tiempos, lo protagonizaron Estados Unidos y la Unión Soviética; obviamente, la URSS no quería que Bobby Fischer se mantuviera más años como campeón mundial porque lo consideraba como una gran desventaja política por lo que significaba el ajedrez para ellos. Pero… ¿qué hicieron? Apostaron todas sus fichas a Karpov. Intentaron por todos lados que fuera su representante. Pero ocurrió la sorpresa: Fischer no se presentó porque no estaba de acuerdo con las condiciones de este combate y el nacido en la ciudad de Zlatoust llegó a la cima del ajedrez mundial.
Un tablero. 32 piezas (16 por lado). El objetivo es dar jaque mate al rey. Casi que se puede realizar un paralelismo con respecto a lo que quiere cada uno por fuera del ajedrez. Karpov busca eliminar los pensamientos opositores a Putin, mientras que Kasparov quiere aportar sus ideas para que Rusia se dé cuenta de que su presidente es peligroso para la sociedad y se necesita un cambio urgente. Había instantes en donde las miradas de ambos jugadores se chocaban en las partidas y se producía la explosión. Era uno contra el otro. Dos cabezas enfrentadas, la mente moviéndose. Era tal la importancia que tenían en el mundo sus choques, que Leontxo García, famoso periodista especializado en ajedrez, manifestó en más de una oportunidad que España casi que se paralizaba cuando se cruzaban. “En nuestra transmisión llegamos a tener alrededor de 13 millones de televidentes en las partidas que jugaban”, fueron sus declaraciones. Sumando todos los cruces que mantuvieron, llegaron a tener una actividad frente al tablero de casi 45.000 horas, y sin contar la preparación, lógicamente.
Karpov tiene la idea de proponer en el Congreso de Rusia que el ajedrez sea una asignatura en las escuelas. Kasparov ya le comunicó que él lo apoyaría. Quizá sea una de las pocas oportunidades en las que ambos coincidieron. La política de un lugar lleva a diferentes momentos al igual que las acciones que se tomen. Los dos están interesados en este ámbito. Confrontaciones importantes con el tablero en el medio. El jaque mate trasciende en otras áreas: no solo es derribar al rey, sino también tumbar pensamientos ideológicos y políticos para anteponer otros.
Nicolás Panni