¿Cómo es posible que sólo un cuadrado con cuerdas a los costados le dé tantas alegrías a una persona y sea su pasión? Justamente, ese es el error, no es solamente eso. Es el esfuerzo, la dedicación y el amor a un deporte como el boxeo. Es el caso de Brian Castaño, quien cumplió 31 años el 12 de septiembre. Estuvo en lo más alto cuando en 2016 le ganó al puertorriqueño Emmanuel de Jesús por nocáut en el sexto round y se consagró como campeón del mundo interino superwélter. Luego, defendió el cinturón con éxito en tres ocasiones.
Hasta aquí, parece todo color de rosa. Pero en 2019 se generó mucha controversia en lo que iba a ser su combate ante el francés Michel Soro. Los organizadores de la pelea se comunicaron con el argentino para firmar el contrato y cerrar las gestiones. Sin embargo, Castaño fue claro en todo momento: quiere cobrar por lo menos más del 50% del dinero de la pelea antes de que se realice y que la Asociación Antidopaje Voluntaria se encargue de realizar el control de que no se consumió ninguna sustancia que no esté permitida en el deporte. La AMB no se quedó atrás y también puso las cartas sobre la mesa: con esas condiciones, el combate no se hará. Y así fue. Castaño perdió el cinturón, que quedó en manos de Soro, a quien el nacido en Buenos Aires había vencido en 2017.
Atrás del deportista y en este caso del boxeador, hay una persona. Una frase que a simple vista parece obvia (en realidad lo es) pero que en muchas oportunidades queda en el olvido. En una entrevista del 2019 al diario La Nación, confesó el cimbronazo más importante que tuvo en su vida hasta el momento: “Pensé que me moría”, expresó. Duro. Fuerte. Y para los que no lo conocen en su intimidad, sorpresivo. Resulta que hace algunos años, cuando estaba perdiendo peso para una pelea, tuvo una lipotimia, que consiste en la falta de la llegada de sangre al cerebro y como consecuencia la pérdida de conocimiento. Además, los médicos le encontraron una arritmia. Y llegaron las palabras más temidas por él: “No vas a poder pelear más”.
Claro, Castaño tuvo la pelea más grande y desafiante de su vida. Realizó ejercicios junto a un psicólogo durante meses y poco a poco se recuperó para llegar a su principal objetivo: la posibilidad de regresar al ring. También, le manifestó al medio mencionado anteriormente que “la mente te hace fuerte pero también te puede quebrar. No sabía lo que me pasaba. Pensé que tenía graves problemas del corazón o cáncer. Creía que no podía volver al boxeo. Cuando después de un tiempo me tenía que hacer los estudios, estaba con mucho miedo, entonces me mentalicé y me dije… ‘Vas y listo. ¿Qué te pasa? ¡Loco, no tenés nada!’”. Finalmente, Castaño acudió a realizarse los exámenes médicos, que arrojaron un buen resultado y provocaron su enorme alivio.
Sobre su futuro deportivo, Patrick Teixeira será el próximo rival de Brian Castaño para ganar el cinturón mundial de superwélter de la Organización Mundial de Boxeo. La velada se tendría que haber realizado en abril pero fue suspendida por la pandemia del coronavirus. La nueva fecha todavía no está confirmada pero se estima que podría ser en los últimos días de octubre. Carlos Castaño, su padre y ex boxeador, lo entrena desde que empezó en el deporte y siempre se mostró muy orgulloso de él. Brian no perdió nunca en 16 peleas: ganó 15 y empató 1. Su debut como profesional fue en 2012 frente a Alejandro Domínguez en el Luna Park, nada más y nada menos. En el ranking de la Asociación Mundial de Boxeo, está segundo en el peso superwélter por detrás del joven mexicano Jaime Munguía. Se levanta temprano todos los días y entrena por horas no solo con su padre, sino también con Alan, su hermano y quien a veces hace de su sparring. Brian normalmente practica en el gimnasio Villa Alida, ubicado en San Justo, pero por la pandemia el lugar está cerrado. Por este motivo y para no perder ritmo, ejercita en su vivienda.
Treinta y un años de pelea. En el ring, sí. Pero también en su vida en general. Más de una vez dio a conocer que cuando se sube al cuadrilátero, piensa en lo que fue su historia de superación. Obstáculos duros, vallas en el camino, pero los sortea dando pelea…
Nicolás Panni