Duele. Duele y mucho. No sólo porque murió una persona sin razón alguna; o porque un pibe inocente de 22 años que viajaba para intentar reencontrarse con un amor que creía perdido extravió mucho más, la vida.
Sino también porque esto es un déjà vu, una historia repetida, una que es de terror. Nuevamente un ciudadano desapareció y fue asesinado en democracia. Como le pasó a Julio López en 2006, a Luciano Arruga en 2009 y a Santiago Maldonado en 2017, esta vez le tocó, desafortunadamente, a Facundo Astudillo Castro.
Cuando ese 30 de abril Facundo salió de su casa en Pedro Luro, Provincia de Buenos Aires, rumbo a Bahía Blanca para intentar reconciliarse con su ex novia nunca imaginó este desenlace. Y en medio de esta situación pandémica empezó a hacer dedo para recorrer esos 122 kilómetros que separan las dos ciudades. En el camino fue demorado en un control policial por la cuarentena en Mayor Buratovich. “No sabés dónde estoy, no me vas a volver a ver”, le dijo a Cristina, su mamá, en lo que ella no sabía que serían las últimas palabras que escucharía de la voz de su hijo. Luego paró en la entrada de Teniente Origone. Y de ahí no se supo nada más.
Hasta el 2 de septiembre, cuando confirmaron que el cuerpo hallado el 16 de agosto en Villarino Viejo, ahí nomás de Bahía Blanca, era suyo. Qué difícil ponerse en el lugar de Cristina. Viajar más de 100 kilómetros para identificar un cuerpo que puede ser de tu hijo, la persona que uno más ama. Con todo ese dolor, pudo identificar que una de las zapatillas halladas cerca del cuerpo eran de él, de Facundo. El desconsuelo de ver así a su nene luego de meses de búsqueda imparable, se amalgamaba con una especie de tranquilidad por haberlo encontrado. Sólo ella puede saber lo que sintió los cuatro meses y monedas en los que Facundo desapareció.
¿Qué pasó en ese lapso? Es la pregunta. Se podría decir que todo comenzó el 5 de junio, cuando Cristina hizo la denuncia por la desaparición de su hijo; Rodolfo de Lucía fue quien quedó a cargo de la causa. Luego de allanamientos en algunos domicilios y declaraciones de agentes que habían tenido contacto con Facundo, el juzgado federal 2 de Bahía Blanca aceptó a la madre como querellante de la causa y la investigación quedó a cargo de la jueza federal María Gabriela Marrón y el fiscal Santiago Ulpiano Martínez.
Tras rastrillar y allanar las zonas por las que transitó Castro, se encontraron objetos como un juguete que la abuela de Facundo le había regalado o una mochila con ropa. También se peritaron patrulleros y teléfonos. Rastros hemáticos de la víctima en el auto particular de la agente Siomara Flores, chats entre los policías investigados que hacen referencia a él y pruebas que contradecían algunos testimonios. Con todo esto, el pedido de Cristina de detener a los policías Sosa, Curuhinca, Gonzales y Flores fue denegado.
Pero días después apareció un cuerpo. Y luego de unas semanas haciendo la autopsia se confirmó que era suyo, de Facundo. Y otra vez se repiten los gritos de dolor de una madre que pierde a su hijo y pide justicia. Como todos.
Una producción especial de: Ignacio Ramírez, Tomás Faure, Luciano Cofano, Ariana Isasi, Franco Duarte y Joaquín Ginesta