Un equipo formado por investigadores del Centro de Química Inorgánica (Cequinor, Conicet-UNLP) y de la Universidade Federal de Juiz de Fora de Brasil, analizaron hebras de la bandera del Templo de San Francisco en Tucumán que, según algunos historiadores, sería la más antigua que se guarda allí y determinaron que los extremos superior e inferior eran azules, más precisamente de un tono correspondiente al pigmento azul de ultramar.
Desde hace mucho tiempo que existe la polémica entre los historiadores sobre el verdadero color de la bandera nacional. Mientras algunos sostienen que desde el principio es celeste y blanco (como la conocemos hoy en día), otros aseguran que siempre fue azul y blanco. Por esto, los investigadores del Conicet decidieron terminar con la controversia y hacer los estudios para determinarlo.
Para esto, tuvieron que proyectar los colores originales a través de la detección de los componentes de las muestras mediante fluorescencia de rayos X, espectroscopia Raman y análisis químicos.
Otro dato que se pudo conocer es que la bandera resguardada en Tucumán y las muestras a las que tuvieron acceso los investigadores estaban lejos de conservar su color original. “Hoy son prácticamente incoloras por efecto del deterioro debido a la luz y la atmósfera de Tucumán a lo largo de los años. El polvillo que se genera en la cosecha de la caña de azúcar (zafra) resulta ser un testigo actual de la contaminación a la que fue expuesta esta reliquia”, dijo Carlos della Vedova, quien encabezó uno de los equipos de la investigación en Tucumán.
“Lo que hicimos fue analíticamente exponer a una hebra de la bandera al ataque de ácido clorhídrico relativamente concentrado y vimos cómo disminuían en conjunto todos los componentes del lapislázuli, o azul de ultramar”, cuenta el investigador del Conicet.
Ademas, el análisis de los materiales permitió comprobar que se realizaron algunos tratamientos sobre la bandera con una sal de estaño para intentar protegerla del paso tiempo, que la hubiese dejado sin posibilidad alguna de ser analizada.
Cecilia Barrionuevo, la restauradora de la Casa Histórica de la Independencia en Tucumán, aseguró que la bandera estuvo alrededor de 70 años expuesta en el Templo de San Francisco, al lado del altar, hasta que en 2012 la bajaron para tratarla. “Estaba arrugada debido a que el marco en el que la habían colocado era de un tamaño mucho menor al de la bandera, pero colocada de tal modo que se vieran la fecha y el lugar de la inscripción”,
Por último, el análisis de fluorescencia de rayos X, de espectroscopia Raman y análisis químicos posibilitaron saber datos precisos sobre el material de su confección, el color original de los extremos y de la inscripción, así como el tipo de tratamiento que recibió para su conservación.
Martín Fernández