“Se quedará triste la vieja avenida, Almagro, Boedo, que solos los dos…” 39 solitarios años en donde reinó el silencio en uno de los barrios donde la alegría era protagonista. Años vacíos sin punto de unión, sin altavoces que avisaran que iba a comenzar la función.
Las frías noches hicieron su aparición, y con ellas el duro sonido de la desolación, que invitaba a mirar sin emoción,el derrumbe de aquel teatro que tanto tiempo los acogió.
Boedo dejó de ser solo historia cuando se convirtió en la casa de aquel Viejo Gasómetro, aquel Wembley argentino que fue escenario de numerosos carnavales donde solo existía la felicidad. San Lorenzo no era solo fútbol, era familia y amistad, unión y reencuentro. Una vez que se bajaba el telón de la función principal, numerosos escenarios salían para darle inicio a toda actividad que hiciese que la gente se convirtiera en una sola persona. San Lorenzo era Las Casas y Muñiz, Inclán y José Mármol, un poco de Salcedo también. Todas esas calles pertenecían a cada una de las personas que hacían que el club sea día a día más grande. San Lorenzo no era solo historia, se había convertido en cultura. Un hito entre los barrios vecinos que veían como crecía con el correr de los años.
Un 7 de mayo de 1916 abrió sus puertas, y desde ahí marcó un antes y un después en los clubes de los barrios porteños. Por su piso pasaron desde pequeños artistas hasta los más grandes como Palito Ortega o Sandro. Todos quisieron ser participes de uno de los carnavales más importantes de la Capital Federal, una de las tantas actividades que incluía el club en su faceta más social. Tardes de biblioteca en donde los niños eran los protagonistas, noches de boxeo, atletismo y de básquet. En los días de semana, el fútbol dejaba de existir. Sin embargo, un 15 de agosto de 1981, esa historia de amor entre el club y la gente terminó. Las luces se apagaron, y sin saberlo, ese partido contra Boca en aquel 2 de diciembre de 1979 fue su última función. Los vecinos fueron testigos de la apropiación de los terrenos con la impotencia de no poder hacer nada. San Lorenzo se iba de Boedo, y con él, la ilusión de miles de personas.
Muchos años se necesitaron para que aquel viejo barrio de Boedo se volviera a iluminar. Mucha lucha se necesitó para que aquellos terrenos volvieran a quienes le pertenecían. Un 1 de julio de 2019 la gente de San Lorenzo volvió a tener ese sentido de pertenencia que mucho tiempo atrás le habían quitado. El Ciclón volvió a Boedo, y con él volverán todos los deportes que le dieron esa esencia de casa. San Lorenzo no es simplemente fútbol, es un club social que grita familia por donde lo mires, así lo hicieron entender los 65 años que estuvo en Avenida La Plata al 1700, haciendo que finalmente, la vieja avenida vuelva a ser feliz.
Julieta Natalutti. 2° A