“Los deportistas de alto rendimiento estamos acostumbrados desde muy chicos a tener objetivos y responsabilidades que no son comunes para esa edad”, cuenta Virginia Bardach en el canal “El Doce” de Córdoba.
Georgina, su hermana mayor, lo sabe muy bien. Ella ya comenzaba a hacer de la natación su pasatiempo principal cuando Virginia todavía se encontraba en el vientre de su madre. Una década más tarde, Georgina haría su debut con 19 años en los JJ.OO. de Sídney 2000.
Aunque el resultado no había sido el esperado tras no haber podido clasificarse a las semifinales, el saldo era positivo. Su aparición en el circuito presagiaba un gran futuro para la natación nacional que, hasta la aparición de José Meolans cuatro años antes, atravesaba un momento crítico en un país donde el esfuerzo suele valorarse únicamente si viene acompañado del trofeo de campeón.
Para ese entonces, Virginia tenía 10 años y quería seguir los pasos de su hermana quien no solo se había convertido en una atleta olímpica, sino que había colocado su nombre en el podio en cinco oportunidades durante los Juegos Suramericanos dos años antes.
La pasión que sienten por el deporte es casualidad, más bien es una herencia. Su abuela había sido amiga y compañera de colegio de Jeanette Campbell, primera mujer en participar de un Juego Olímpico y primera atleta en obtener una medalla en representación del país, convirtiéndose en un símbolo para el deporte argentino.
Su padre también había dedicado parte de su vida a la disciplina y fue entrenado por Juan Carlos Martín, ex entrenador de la actual atleta Delfina Pignatiello, tricampeona panamericana y récord argentino.
Luego de los juegos de Sídney, Georgina puso su cabeza en los próximos Juegos que se disputarían en Atenas. Allí logró una medalla desde la última -y primera en esta disciplina- obtenida por Campbell en 1936. Como si fuese poco, se convirtió en la primera deportista local en conseguir una medalla en el comienzo de un Juego Olímpico. Aquellos pronósticos que auguraban una nueva era en el nado cerrado argentino se hacían realidad.
“¡Dale pendeja, ganame! Me ganás en los entrenamientos…”, exclamaba Georgina a Virginia casi pidiéndole que le perdiera el respeto, ligado más por su condición de hermana menor que por los logros de su consanguínea.
Para cuando ‘Vicky’ comenzó a entrenar en pos de competir, su hermana ya poseía un gran repertorio en su espalda que terminó por servirle de gran motivación a la más pequeña de ellas. De todas formas, entrenar en familia puede ser tan bello como arduo. “Hay que estar todos los días haciendo lo mismo junto con tu hermana, ¿eh? No es fácil”, explica Virginia en el programa deportivo “Si Nos Dejan”.
Ahora, a sus 27 años, Victoria hace su camino: se convirtió en medallista panamericana en los Juegos de Lima 2019, donde aportó a la mejor cosecha de medallas de un país sin ser sede de la edición, ganando el oro en 200 metros Mariposa y plata en 400 metros Libre. Nuevamente, la familia Bardach ponía al país en la cumbre de un deporte que supo ser de gran trascendencia y éxito a principios del siglo pasado y que ha logrado recuperar el lugar que le corresponde.