A cinco años y dos meses de que Leopoldo López se entregara a la Justicia, hoy continúa recluido, aunque con apoyo internacional: se refugia en la embajada de España en Venezuela, orden de arresto mediante.El pasado martes 30 de abril, los militares disidentes que apoyan a Juan Guaidó, presidente interino designado por la Asamblea Nacional de Venezuela, liberaron al ex alcalde de Caracas de la prisión domiciliaria que estaba cumpliendo desde julio de 2017.
El líder del partido “Voluntad Popular”, al que pertenece Guaidó, tiene una condena de 14 años de prisión por incitación a la violencia en las protestas que él encabezaba durante el año 2014 para pedir la renuncia del presidente Nicolás Maduro. Las movilizaciones de ese año dejaron un saldo de 43 muertos.
López pasó tres años y cinco meses en la cárcel de militar de “Ramo Verde”. El primer teniente del Ejército venezolano Eliézer Daniel Vásquez Guillen contó a los funcionarios enviados por la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU que lo que se vive en esa prisión son constantes tratos crueles, infrahumanos y degradantes, y una violación permanente a sus derechos humanos.
“Nunca la noche está más oscura que justo antes del amanecer” twitteó estos días Sebastián Piñera, presidente de Chile, luego de hablar con Leopoldo López y su mujer, Lilian Tintori. “Hay que terminar con la dictadura y recuperar la libertad, democracia y derechos humanos en Venezuela”, mostró en su cuenta de Twitter, en apoyo a lo que Guaidó denominó la “Operación Libertad”.
Se trató de otro revés diplomático para Maduro, al que ya más de 50 países no lo reconocen como presidente, luego de las sospechas que levantaron las elecciones presidenciales de 2018, que lo dieron electo con el 67,84% de los votos. Así, logró renovar su mandato en un país en el que el 90% de la población no tiene los ingresos suficientes para comprar alimentos, según el proyecto “Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana” (ENCOVI).
El 4 de enero de 2015 quisieron intercambiar a López con los Estados Unidos a cambio de la liberación del independentista puertorriqueño Oscar Rivera, propuesta que fue denegada por la Casa Blanca por Barack Obama.
A través de las redes sociales, Tintori, la mujer de López, publicó en 2016 que cuando iba a visitar a su esposo a la cárcel, recibía tratos degradantes junto a su suegra, Antonieta Mendoza. Según sus testimonios, guardias de la prisión las obligaban a desnudarse en piezas separadas. En el caso de Mendoza, delante de sus nietos, y se las acosaba verbalmente.
En ese mismo año la deportista y activista venezolana pidió públicamente en varias ocasiones que se le dé señales de vida de su marido, al que no se lo dejaban ver por numerosos días.
Al grito de «¡Fuerza, viva Venezuela, viva Voluntad Popular!» fue que López dio a conocer que estaba vivo aquel 3 de noviembre del 2016, que desató el llanto de su mujer, que hacia vigilia durante la noche afuera de Ramo Verde.
El 8 de Julio de 2017, la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) le otorgó a Leopoldo la prisión domiciliaria por problemas de salud. Según el diputado Henry Ramos Allup, ese hecho un avance hacia la libertad plena.
Desde ese entonces agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) custodiaban la casa del político y, según su familia, le tomaban fotos todos los días como prueba de vida.
Muchos lo ven como un impulsor de todos los movimientos que se ven en las calles de Venezuela. Su esposa también dejo ver eso con estas declaraciones: “La gente dice que Venezuela es una dictadura, una cosa que denunció Leopoldo en el año 2014, algo que entonces muchos dudaban”.
En este momento, el líder opositor está en la embajada de España, donde el martes pasado acudió junto a su mujer y su hija de 15 meses para pedir protección. Según Pedro Sánchez, presidente de España, Leopoldo se encuentra en el consulado en condición de “huésped”.
Ante el incumplimiento de la prisión domiciliaria el Tribunal Superior de Justicia ordenó su búsqueda y captura a través de un comunicado. Sin embargo, Josep Borrell, canciller de España, salió a poner calma al asunto: “España no va a permitir que su embajada se convierta en un centro de activismo político».