Su misión era demostrar que Argentina podía ser competitiva frente a las mejores selecciones de básquetbol del mundo, estar a la altura del torneo más exigente, tanto que el propio entrenador argentino, Sergio Hernández, lo definió como “una carnicería”. Las expectativas, estaban muy por debajo, comparadas con otros años. El plantel de 12 jugadores contaba con los últimos cuatro sobrevivientes de aquel glorioso equipo de 2004; Ginóbili, Scola, Nocioni y Delfino, para quienes seria la cuarta cita olímpica; Facundo Campazzo, quien participó en Londres 2012 y luego la lista se completó con siente debutantes olímpicos.
En el inicio de la fase de grupos, contra el campeón africano, Nigeria, se vio una fluida rotación, el banco aportó valiosos minutos de descanso a los iníciales. Mucha circulación de pelota para liberar a los tiradores de tres puntos, el arma principal de Argentina; 32.3 triples por partido.
Contra Croacia, tuvo una gigantesca actuación Luis Scola, quien utilizó su oficio en ataque para luchar varios puntos y luego tomando varios rebotes importantes (tercer máximo rebotero del certamen con 8.3 de promedio). Los substitutos también lograron concretar una actuación más que aceptable, contribuyendo con minutos, puntos y rebotes Otra interesante actuación en ese partido, fue la de Patricio Garino, a quien se le encomendó defender a la gran figura croata, Bogdanovic, y no desentonó para nada. Ginóbili (13 puntos), manejó los tiempos del equipo, en un final que terminó siendo ajustado.
A la hora de plantar cara frente a Lituania, la rotación, tan necesaria cuando tus figuras superan los 35 años de edad, se acortó. Ventaja que supo exprimir el conjunto europeo, superior atléticamente, con un banco de relevos profundo y una manera de jugar muy clara: utilizando posesiones largas, defendiendo a los perimetrales argentinos y haciendo valer la superioridad de los internos. Además de la derrota, el partido dejo la lesión de Nicolás Laprovittola, quien venía siendo fundamental con su lectura de juego y su eficacia en triples.
En el clásico contra Brasil, Andrés Nocioni, tiró del carro a pesar que hacía un año atrás, había dicho que ya no estaba para eso, contó en los momentos claves con Campazzo (goleador del conjunto argentino con 15.8 puntos) que demostró que los partidos calientes, lo ponen en “su salsa”. Entre ambos jugadores sumaron 68 puntos de los 111 del equipo, que logró imponerse ante el local en doble tiempo suplementario. Jugadores como Gabriel Deck y Mainoldi, así como entraron al parquet, salieron. Laprovittola jugó 7 minutos en los que no pudo aportarle nada al equipo. Manu no tuvo un buen partido, sin embargo consiguió un rebote clave al final del segundo suplementario, que selló la victoria argentina.
En el cierre del grupo, ante España los argentinos tuvieron una muy floja actuación. En la zona pintada ni Scola, ni Delia pudieron contener a Pau Gasol. Los internos españoles establecieron, a gusto, pantallas para liberar a los perimetrales como Sergio Llull, Nicola Mirotic o Rudy Fernández. En ataque, el equipo no encontró la fluidez necesaria, y tomó muchas malas selecciones de tiro, ante una desventaja en el marcador que aumentaba. El segundo tiempo, se jugó en gran parte con los habitualmente suplentes quienes no pudieron enderezar la situación.
Frente a Estados Unidos en los cuartos de final, el conjunto dirigido por Hernández comenzó de una manera soñada. Estableciendo presión al balón y a las líneas de pase, contando las mismas y atacando el aro con transiciones en velocidad, llegando a liderar el marcador por 10 puntos, luego Argentina perdió la brújula al final del primer cuarto. Los estadounidenses comenzaron a hacer valer su jerarquía, uno de los destacados fue Kevin Durant, con 7 de 9 triples. En la segunda parte del encuentro no existió equivalencia deportiva, sin embargo se puede destacar al público argentino allí presente, que exhibió un espectáculo en la tribuna. Manu Ginobili fue el centro de las ovaciones, ya que, al igual que Nocioni, habían anunciado que sería su retiro. Los otros aclamados fueron Scola y Delfino: ambos seguirán vistiendo la albiceleste.