Se dieron a conocer nuevos casos de hepatitis A, B y C, en Argentina. A raíz de esto, hepatólogos y gastroenterólogos, en el Día Mundial de la Salud Digestiva, que se conmemora cada 29 de mayo, se alarmaron e hicieron hincapié en que las principales causas del aumento de estas enfermedades son el bajo porcentaje de vacunación y el estancamiento de las medidas preventivas, agregando la falta de diagnóstico de hepatitis C.
En el año 2005 se introdujo la vacuna contra la hepatitis A al año de vida, en el calendario nacional de vacunación, lo cual hizo que desaparecieran los trasplantes hepáticos pediátricos en el país. A pesar de implementar la vacuna, en el último tiempo aparecieron nuevos casos en chicos que nacieron antes del 2005 -mayores de 14 años- que no obtuvieron la inmunización obligatoria, según informó la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) y la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH).
La forma más recurrente de contraer hepatitis A es a través de la trasmisión por alimentos o bebidas contaminados con materia fecal, o por el contacto directo con una persona infectada. Es una enfermedad benigna, cuyo período de incubación es de 15 a 60 días, y de la cual la mayoría de las personas pueden recuperarse si no se llega a una instancia determinante. De manera distinta sucede con la infección de hepatitis B, que se halla más similar a la vía de contagio del VIH. Los factores principales de riesgo varían entre: tener madre y hermanos VHB-positivos, comportamiento sexual riesgoso, uso de drogas inyectables, hemodiálisis, el uso indebido de los procedimientos médicos, transfusiones sin un estricto control, pircings y tatuajes sin la correcta esterilización, o ser VIH-positivo.
«Las hepatitis virales son una verdadera preocupación a nivel internacional. Por eso, este año la Organización Mundial de Gastroenterología las eligió como tema central para nuestro Día Mundial de la Salud Digestiva, que es una oportunidad inmejorable para concientizar», comentó a Télam Ubaldo Gualdrini, presidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE).
La prevención adecuada, tanto para la hepatitis A como para la B, es mediante la vacuna gratuita y obligatoria que está integrada en el calendario nacional. En caso de que la situación evolucione a un estado agudo ya derivado en una hepatitis fulminante, se requiere de un trasplante. Se estima que el 45% de los casos de hepatitis fulminantes que necesitan trasplante hepático son por hepatitis B. Existen aproximadamente 150.000 portadores y tres de cada 10 requerirán trasplante de hígado si no se lo detecta y tratan a tiempo.
La gran mayoría de los enfermos portadores de hepatitis C, que en Argentina se calcula que ronda en 325 mil personas, desconocen su enfermedad ni que es curable a través de un fármaco, que incluso es fabricado en el país. Alrededor de 71 millones de personas dispersas por en el mundo padecen el virus HCV, que les causa infecciones crónicas, normalmente cirrosis o cáncer de hígado.
La forma en la cual se trasmite el virus es por sangre, cuando existe el contacto directo o mediante un instrumental médico, odontológico o cosmético contaminado. A diferencia de las otras hepatitis, el compartir alimentos, bebidas espacios comunes, o contacto ocasional como abrazos o besos; con personas infectadas con virus C no representa riesgo de contagio.
Los individuos nacidos entre 1945 y 1975 tienen mayor prevalencia de infección por HCV debido a la falta de controles médicos en esos años, por lo que «es recomendable que realicen el test para hepatitis C al menos una vez en la vida» indicó la hepatóloga Nora Fernández, miembro de la SAGE.
Gabriel Cuello