Si algún espectador de boxeo, desprevenido, se cruza en el camino a una velada con una bella mujer, como Analía Maradona, seguro se imaginará algún piropo que tal vez no se anime a decirle. Lo que muy probablemente no se imagine ese espectador es que ella es la misma persona que se sube al ring para impartir justicia entre dos hombres o dos mujeres que tratan de construir su gloria personal a los golpes en un cuadrilátero.
Como la propia Analía aclara, llegó al arbitraje a instancias del entonces director de la Escuela de Árbitros de la Federación Argentina de Box, Oscar Seleme. “Yo fui boxeadora amateur por poco tiempo, pero tuve una lesión en un brazo y me dio temor seguir boxeando, entonces hice el curso de técnico de boxeo”, relata en la charla con Pirámide Invertida. Y por cada una de sus palabras queda claro que la pasión que siente por este deporte, además de su propia capacidad, la llevaron a completar un recorrido por todos los niveles: fue boxeadora, es árbitro, juez y técnico.
“Lo más importante para arbitrar es ganarse el respeto del boxeador a través del conocimiento del reglamento e imponer presencia y firmeza en las decisiones. Sobre todo mantener la atención y la concentración durante todo el combate”, remarca Analía, dando por sentado que se necesita también decisión y valentía para entrar a un ring y ser el tercero en discordia entre los púgiles. “No es sencillo dedicarse al arbitraje”, reconoce quien también forma parte del cuerpo docente de la Escuela de la FAB. Y hace hincapié en los sacrificios personales de restarle tiempo a su familia para seguir alimentando su pasión por el boxeo.
¿Cómo es convivir en un ambiente siempre alineado al sexo opuesto? Analía lo hace sin descuidar en absoluto su feminidad: ”Trato siempre de estar prolija, con la camisa blanca bien planchada, porque es lo primero que se ve. Y el pantalón también. El detalle clave es que yo siempre me lustro bien los zapatos”.
Pues bien, si ahora volviese a producirse el encuentro entre Analía y el piropeador desprevenido, éste sabría que está frente al mejor árbitro de boxeo amateur del 2015. Y no lo ganó su célebre apellido. Lo hizo por su trayectoria de más de 300 peleas dirigidas y por el reconocimiento a su capacidad, algo que le le valió el premio Luis Ángel Firpo que otorga la Unión de Periodistas de Boxeo. ¿Hay más sueños para ella? Sí. Va en busca de cumplir su anhelo de realizar el curso para incorporarse como árbitro de AIBA (Asociación Internacional de Boxeo Aficionado), para completar otro casillero en esta carrera entre pasión y justicia a las trompadas.
Por: Estefanía Debeláustegui y Alberto Macri