El rugby es uno de los deportes que más se disfrutan en el nivel amateur. Miles de jóvenes en diferentes clubes del país encuentran en la ‘ovalada’ un sentido de pertenencia, amistad y compañerismo dentro y fuera del terreno de juego. Pirámide Invertida tuvo la oportunidad de conversar con uno de ellos: Rodrigo Miño, jugador de Virreyes Rugby Club ubicado en el partido de San Fernando, quien se desempeña en este juego desde los 16 años. Nos habló de la transformación del club en sus inicios desde su punto de vista con los obstáculos que les tocó atravesar, hasta la formación que tiene hoy en día.
-¿Fue iniciativa tuya empezar a jugar rugby?
-La iniciativa fue de mi mamá porque decía que me iba a gustar. Yo tenía amigos que iban, porque al principio el club hizo campaña por todas las escuelas de la zona para invitar a los chicos a que vayan los sábados. Arranqué en 2005, me gustó y me quedé.
-¿Por qué el rugby y no otro deporte, qué fue lo que te motivó?
-Antes hacía artes marciales desde chico. Conocí el rugby e iba alternando entre ambos deportes y me terminó gustando más el rugby porque más allá de que tenía amigos en el club, había compañerismo. Me motivaron el club, la gente y los amigos.
-¿Siempre tuviste apoyo de tu familia?
-El apoyo de mi familia siempre estuvo desde que empecé a ir, si bien no les gustaba en el sentido de que podía recibir golpes, ellos mismos me insistían a que siga yendo. Mis padres por cuestiones laborales no podían asistir siempre a los partidos, más allá de que nos traslada un micro del club, pero me llevaban a los entrenamientos y me iban a buscar.
-¿Recordás el nivel de juego que tenían esos primeros equipos?
-La verdad, el nivel de juego era desastroso. Nosotros éramos pibes de 15 y 16 años que nunca habíamos jugado al rugby. Lo único de lo que se hablaba siempre era fútbol, en mi caso de artes marciales, pero empezamos un mundo nuevo con rivales que eran más grandes, porque en la mayoría de los clubes los chicos empiezan a los 5 o 6 años y llegan con una mejor formación. Nosotros teníamos 10 años de desventaja. Costó mucho, sobre todo de parte de los entrenadores hacernos entender que los pases iban hacia atrás, que se tackleaba solo al que tenía la pelota, lo que era un penal, todo era nuevo para nosotros, también la parte física.
-¿Qué cambios ves de aquel primer equipo a hoy? ¿Tenían todos los recursos?
-Muchos cambios, fuimos evolucionando en juego, sobre todo físicamente y en lo anímico. Más allá de que en los entrenamientos se va mejorando, ayudó mucho tener categorías inferiores que te impulsan a crecer y esforzarte más. Los recursos no los teníamos a mano, algunos sí y otros no. El cambio al día de hoy es notorio.
-¿Cómo era Virreyes cuando fuiste por primera vez?
-Cuando llegué, el club no tenía nada. Entrenábamos en un predio que nos prestaba la fábrica Fate los martes, jueves y sábados. Cuando la URBA nos anotó en los torneos, el club Buenos Aires de San Miguel nos prestaba una de sus canchas para que juguemos los partidos porque no teníamos espacio. Después el club CASI nos prestaba una cancha de su anexo en Escobar donde continuábamos jugando ahí mientras se preparaba nuestra cancha. Después el club consiguió el predio en Bancalari y se fue haciendo de cero, porque era un basural. Me acuerdo las tardes de verano que iba, después de que las grúas removieran las tierras e íbamos a sacar los vidrios, cascotes, hasta autos enterrados. Se forjó desde cero con ayuda de padres, entrenadores, donaciones y la colaboración del municipio. Donde entrenábamos teníamos un vestuario chico donde había solo baños y nada más.
-¿Hoy cómo ves al club?
-Actualmente el club tiene vestuarios para local y visitante, un área grande para tercer tiempo, cocina, un sector para los entrenadores, gimnasio, aulas donde los chicos van a apoyo escolar, cuatro canchas, es terrible. De lo que era cuando empecé a ir, hoy es un club con todas las letras.
En septiembre de 2016, una noticia impactó en Virreyes respecto a los terrenos del club. En 2005 el municipio deSan Fernando durante la gestión del intendente Osvaldo Amieiro les cedió las tierras sobre la ruta 202, un baldío que entre todos trabajaron para limpiar. En ese momento se había firmado un comodato por 10 años, renovable por 10 años más, pero el intendente actual, Luis Andreotti, creó un nuevo acuerdo en el que les dan el terreno por 5 años y pedían desde la nueva gestión municipal que se firme esa cláusula y al cumplirse ese plazo deberían dejar el terreno “libre de ocupantes”, por lo que se temía un posible cierre del club. En referencia a esto, Miño explica: “Cuando nos enteramos de este problema pensábamos que no iba a pasar nada, pero cuando veíamos que el tema se iba agravando nos empezamos a asustar y había que hacer algo. Nos asustaba la idea de que nos podíamos quedar sin club nosotros, los cientos de pibes que van, las familias y toda la gente. Se nos iba la vida, para nosotros y para las personas que hicieron todo, se les iban todos sus sueños porque de repente nos sacaban las canchas, quedábamos en la calle y esas tierras pasaban a ser un predio municipal”
-¿Por qué creés que está tan instalado el tema de los valores en el rugby?
-Siempre fue, no sé si cuestionado, pero siempre llamó la atención. Te lo inculcan en todos los clubes. Hay una frase que siempre se dice: “Es un deporte de salvajes jugado por caballeros” y es así. A veces no entienden por qué no le pegas a uno que te tacklea o eso de no discutirle al árbitro, y eso siempre te lo enseñan en los entrenamientos. Te crías con eso, al principio cuesta, pero te adaptás. He escuchado padres en partidos que le decían al hijo por qué no le pega al que lo tackleó, pero cuando pasa eso te levantás y seguís corriendo, es algo que ya está en vos.
-¿Cuál es el logro deportivo más importante que consiguieron?
-El logro más importante fue el ascenso al Grupo 3 de la URBA en 2013, después de estar cuatro años luchándola y perdiendo una final. Ese año nos tocó ascender habiendo ganado todos los partidos.
-¿Qué se siente ser capitán del plantel superior?
-Ser capitán de tu club es algo hermoso, más siendo el equipo de Primera. Fui capitán 6 años seguidos, tuve esa suerte de que me eligieran durante ese tiempo. Me llenó de orgullo siempre representar al club tanto afuera dando el ejemplo como en la cancha. Muchas veces me ponía a pensar y no lo podía creer, siempre voy a estar agradecido.
-Basado en tu experiencia, ¿le aconsejarías a un chico jugar rugby?
-A cualquier chico le recomendaría que juegue o que conozca el rugby. Te puede gustar o no estando adentro, pero la verdad es un deporte muy formador, más allá de los valores, te forman en lazos de amistad, porque los amigos que hacés en el club son para toda la vida, para la familia es un punto de encuentro, el apoyo, también en la parte física y mentalmente. Te enseñan a ser más respetuosos en la vida, el esfuerzo en el trabajo y en el estudio. Yo le recomendaría a todo el mundo que haga rugby.
-¿Qué significan el rugby y Virreyes para vos?
-Para mí el club fue todo. Fue lo que me dio a mis mejores amigos, hay chicos que dejaron de jugar hace tiempo por cuestiones laborales o familiares que los conocí en el club y los sigo viendo, nos seguimos juntando, eso me lo dio el club. Una segunda familia, una segunda casa. Cuando salía del colegio dejaba las cosas en mi casa y me iba al club donde podía estar toda la tarde y mis padres sabían que no iba a estar en otro lado que no sea ese lugar. Siempre fue todo.