Marcelo Turenne recibió a Pirámide Invertida en su casa con la amabilidad que siempre lo caracterizó. El hombre de 51 años que es profesor desde los 19, irá a Mar del Plata a competir en los Juegos Bonaerenses por vigésima vez de forma ininterrumpida. Desde la temporada 1997 concurre a la ciudad de la costa atlántica con su querido colegio Ramón Lista del partido de la Matanza.
“Los chicos que ganaron en 2004 y los de la categoría 1996/1997 fueron los que más alegría me dieron, esos chicos eran hermanos, no tenían ningún tipo de reproche”, remarca Turenne con sus más de 30 años como entrenador de voley. “El vóley es un deporte en donde atacan 2 o 3 como máximo en los partidos y los chicos que hoy deben tener entre 20 y 21 años no tenían una cara larga; es más, decían ‘que ataque el, yo hago la cobertura’. Eso fue algo difícil de lograr y la responsabilidad de esa unión la tienen esos chicos”, sentenció.
-¿Que te llevó a hacer docencia con el vóley?
-Yo jugué toda la vida al fútbol en mi barrio, en Villa Scasso, partido de La Matanza. Y ya como profesor encontraba a mis alumnos en la cancha, si se le podía llamar cancha al descampado que había en el barrio. Y los valores que se mostraban entre los alumnos y los padres no eran los míos, no iban conmigo. Yo no me permitía poder seguir en ese ámbito y ahí empecé a dejar el fútbol. No tenía relación con el vóley, sino que con el correr de los años como profesor, junto con mi mejor amigo y compañero del profesorado Sergio Larrosa, que era jugador de vóley, y el “Flaco” Siracusa que también jugaba al vóley. Con ellos empecé a aprender mucho más de este deporte. La rapidez del juego en el vóley me apasiona. Comencé a aprender y más adelante descubrí los Torneos Bonaerenses. Tenía alumnos con capacidades en gimnasia acrobática y los anoté en la competición, no había está disciplina en la zona y clasificamos automáticamente a Mar del Plata. Fue allí donde descubrí el vóley, yo ya cómo jugador. Me dije, ¿Cómo no me voy a anotar? Fueron dos temporadas de prueba y con apuntes del profesorado me empecé a capacitar en la enseñanza de este deporte. En cierto punto, fue austera mi capacitación pero con la predisposición de los chicos y sobre todo de los padres fue todo más fácil. Teníamos padres que nos llevaban a 10 chicos en su vehículo para un amistoso, porque en definitiva sólo los partidos te dan un buen nivel.
-¿Qué valores tratás de transmitir a cada uno de tus alumnos?
-Y mirá, la gente tiende a querer profesionalizar este deporte y nuestro ámbito es el federado en la escuela, quieren que sea como un club y yo quiero que el espíritu amateur se mantenga. Tenemos un lema, que trato de decirlo en cada grupo que comando. “Firmes y dignos” es la frase y tratamos de mantenernos con este lema tanto en la victoria como en la derrota.
–¿Qué tipo de trabas tuviste con los colegios en los que implementaste el deporte?
-Todas las trabas que podría haber (se ríe), así en cada colegio que estuve. Esas trabas las empezamos a espantar con los resultados, porque competimos en nombre del colegio y de una u otra forma eso al colegio le venía bien. Por ejemplo me empezaron a ceder el establecimiento para los entrenamientos. Además, la responsabilidad sobre los chicos, tanto con el colegio como con los padres. La escuela terminó de ceder en su postura cuando veían el entusiasmo de los chicos y sobre todo de los padres.
-Tus proyectos con el vóley continúan pero, ¿de qué colegio actualmente seguís siendo parte?
-Si, continúo con la escuela Ramón Lista. Estoy jubilado ahora pero como en la docencia te permiten seguir tomando horas, el entusiasmo de uno hace que siga continuamente con los proyectos.
-Se cumplen 20 temporadas consecutivas yendo a Mar del Plata y más allá de que los chicos van cambiando, ¿cómo mantenés las ilusiones y la motivación?
-Mi salud me lo sigue permitiendo, he tenido muchas discusiones con distintos padres pero la salud me sigue acompañando, acordate que ya son más de 20 años con este proyecto. Además, me ayudo mucho con la tecnología y con las redes sociales. Soy de hacer videos para los chicos, me mantengo ocupado y también recibo mucha ayuda de los chicos de categoría más grandes y es lindo para los dos lados. Los grandes se sienten bien enseñando y los más chicos con la ilusión de elevar el nivel con los mejores. Además tené en cuenta la familia, que al ser colegial seguramente su primo o hermano mayor del chico participó de equipos y eso es una motivación para el pibe que comienza.
–¿Con qué objetivos van a Mar del Plata? ¿Cuáles son la edades de los chicos? ¿Y de qué colegios son?
-Voy con dos categorías y las dos de la escuela Ramón Lista. De las categorías Sub 13 y Sub 15 serán los equipos. Además hay un cambio en el reglamento donde no puedo inscribir jugadores federados y yo los tengo, entonces los debo anotar en libres para ir a competir con las demás escuelas. En cuanto a los objetivos, la Sub 15 tiene una merma en el equipo por problemas de salud que nos obligó a tener bajas y en la Sub 13 si vamos con buenas expectativas. Sin embargo, y es algo que remarco, hay que ir con precaución y en un perfil bajo. Así podés sorprender en vez de creerse muy bueno y que te sorprendan.
–Fuiste campeón nacional 2 veces y 6 veces campeón provincial, ¿Hubo algún campeonato que te marcó?
-El campeonato del equipo al que yo lo llamo la “generación dorada” es un torneo que me marcó, que ganó absolutamente todo, verdaderamente no perdían ni un amistoso. En el 2000 ya competían en minivoley (4 contra 4) pero en el 2004 fue su punto más alto donde ganaron los campeonatos provinciales y nacionales. Ese año fue fantástico.
–¿Te acordás de los nombres de los chicos?
-(los va nombrando de memoria) Sergio Ledesma, Manuel Mancuello, Ignacio Sellato, Fernando Montenegro, Facundo Gómez, Mario Pereira, “Fredy” Acosta, Leonardo Aimar, Fernando Campos y Facundo Morales eso son los chicos que participaron, no me los voy a olvidar nunca.
–Hay una anécdota que contaban los chicos. En una final contra Bolívar ellos llegaban en micro Flecha Bus mientras que ustedes en micro escolar, ¿Qué sensación te causó eso?
-La sensación era la de siempre, como dije antes era más austero lo nuestro. De todas maneras La Matanza, sinceramente hablando, está atendiendo muy bien a sus competidores y obviamente es un distrito muy grande y lleva mucha más gente que cualquiera en cuanto a competidores, supongo que por cantidad de gente o por trabajo, esto último está por verse, y lógicamente los costos son mayores. Vos ves los distritos más chicos están en la zona céntrica y en hoteles cinco estrellas y nosotros nos conformamos con 3 nomás. Igual comemos y dormimos re bien, je. Y en cuanto a los micros siempre se ve eso.
–Yendo a una cuestión más de disciplina. ¿En qué creés vos que el jugador argentino se destaca y en qué debe mejorar actualmente?
-El argentino perdió hace mucho tiempo el sentido de equipo. Eso con los chicos hoy en día me cuesta muchísimo hacerle entender que ese que está al lado tuyo es el que te va ayudar a ganar. Es increíble el individualismo que hay y yo lo veo todos los días. El jugador argentino perdió el sentido de equipo.