Lautaro Sotz: «El waterpolo en Argentina no te da de comer»

A los 22 años el jugador de Avellaneda, entrenador de waterpolo en SUTERH y estudiante de Educación Física revela los sacrificios detrás del alto rendimiento en un deporte amateur y cómo lucha por equilibrar pasión, estudio y trabajo.

Lautaro Sotz con la medalla de bronce obtenida en los Juegos Panamericanos Junior 2019

Lautaro Sotz, deportista de 22 años, recapitula profundamente su recorrido por el waterpolo, su esfuerzo para coordinar distintas actividades a la vez, y revela el sacrificio de un deportista de alto rendimiento en una disciplina amateur. “Dejé el deporte un mes para priorizar otras cosas. Tenés que tener una voluntad muy fuerte como deportista de Selección”, confesó el oriundo de Quilmes, que intentó cumplir su sueño y el contexto mundial de la pandemia lo condicionó.

¿Qué hacés en tu vida?

-Soy estudiante del profesorado de Educación Física en el Romero Brest, en Núñez. Entrenaba en el Cenard, que queda al lado, así que me resultaba fácil ir a cursar y después entrenar, o al revés. También soy profesor de natación, de Primeros Auxilios y guardavidas de temporada. Trabajo en el Río de la Plata, en Quilmes. Juego al waterpolo en Avellaneda y soy entrenador de SUTERH. Vivo en Sarandí, nací en Quilmes y jugué varios años en Independiente, hasta que me pasé a Avellaneda.

¿Cómo es tu día a día? ¿Con quién vivís?

-Vivo con mis padres. Estudio por la mañana. Los lunes, martes y jueves me entreno con el equipo (SUTERH) y en general practico 2 o 3 veces por semana con Avellaneda, según el tiempo que tenga.

¿Cómo hacés para combinar estudio, trabajo y deporte?

-Quizás el Lautaro de hoy no tenga la mejor respuesta, pero el de hace tres años te diría que estaba haciendo el curso de guardavidas, cursaba el profesorado y jugaba al waterpolo. De los 16 a los 20 años estuve en la Selección Argentina Juvenil. Me dormía en la escuela, llegaba muy cansado y hacía los trabajos en casa. Mi prioridad era el deporte. En verano entrenábamos entre 10 y 11 veces por semana. Hoy estudio de lunes a viernes, trabajo y entreno a la noche. La modalidad siempre fue más o menos así, con algunas cosas que se suman o se sacan.

¿Creés que es un patrón común el hecho de que sea tan dificultoso combinar estudio, trabajo y deporte?

-Sí, es común. En el waterpolo, cuando terminás el colegio y tenés que laburar o empezar la facultad, es cuando más se nota que muchos dejan de entrenar o lo hacen mucho menos. Hay dos caminos: o te va bien y jugás afuera, porque acá no hay profesionalismo, o tenés que buscar el pan en otro lado, porque el waterpolo en Argentina no te da de comer.

-¿El waterpolo tiene condiciones únicas o particulares?

-Se lo catalogó como el deporte de conjunto más intenso de todos. Los conocedores te dicen que el waterpolo es una mezcla de rugby, levantamiento de pesas y natación, por el desgaste y contacto que tiene. Creo que las particularidades son esas: deporte de conjunto en el agua, con un sistema de arcos, puntaje por goles, por posesión y también agarra cosas de otro deporte. U otros deportes agarran del waterpolo.

¿Tuviste que hacer algún sacrificio muy grande para seguir compitiendo?

-He tenido que hacer mis sacrificios: no priorizar el estudio, el trabajo, tener que perderme cumpleaños de familia por partidos o torneos. Creo que lo afectivo o amoroso te juega en contra por cuestiones de tiempo. Mantener una relación amorosa y ser un atleta de alto rendimiento se complica. Yo me propuse perder Bariloche para ir al Mundial, porque podría haber sido el inicio de algo mucho más grande, pero coincidió con la pandemia de Covid. En el Panamericano, estaba destrozado mentalmente. Me saturé. Deje el deporte un mes para priorizar otras cosas y me decían: “Laucha, jugás mejor sin entrenar”. Eso es porque estás tranquilo de la cabeza. Tenés que tener una voluntad muy fuerte como deportista de Selección. En 2021, cuando empecé el profesorado, fui reequilibrando todo eso y dije: “Está bien, perdí mi mejor oportunidad, que era estar en un Mundial, para hacerme ver. Para la mayor se me complica. Voy a empezar a pensar en mí y en mi vida, a ver si consigo trabajo”. Si me decís de volver a la Selección, lo haría, siempre y cuando pueda acomodarlo a mis cosas. Este año termino el profesorado, no perdería la oportunidad. Equilibrar todo para estar mejor, después de recibirme, sí. Le dedico el 90% de mi tiempo al deporte y el 10% se lo dedico a otra cosa.

Bautista Valor, 2° A, turno tarde