Luego de una extensa campaña electoral entre la vicepresidenta demócrata Kamala Harris y Donald Trump, el ex mandatario de 78 años logró una holgada victoria tanto en las urnas como en el Colegio Electoral, asegurando la vuelta del partido republicano al gobierno de los Estados Unidos a partir del 20 de enero de 2025.
Al revelarse los resultados, Trump aseguró en su discurso desde la sede de Florida que al momento de asumir su segundo mandato presidencial pondría en marcha su plan para gobernar bajo el lema que sostuvo a lo largo de todo el periodo eleccionario: “Promesas hechas, promesas cumplidas”. Una divisa que hizo especial énfasis en cuestiones vinculadas a inmigración, inflación y el rol de los EE.UU frente a la situación bélica en Ucrania y Medio Oriente.
La celebración se llevó a cabo en el Centro de Convenciones de Palm Beach, en la cual estuvo acompañado por su familia, asesores, allegados políticos, partidarios y empresarios. “Estados Unidos nos ha dado un mandato poderoso, hemos recuperado el control del Senado; creo que este ha sido el mayor movimiento político de todos los tiempos, nunca ha habido nada parecido en este país y ahora alcanzaremos un nuevo nivel de importancia”, exclamó ante una multitud.
A pesar de lo que pregonaban las encuestas, el ex presidente norteamericano –durante el periodo de 2017 a 2021- pisó fuerte en los denominados “estados pendulares”, esenciales para marcar diferencia en el sufragio, dada la fluctuación de votos que oscilan en cada elección en estos territorios. Los “swing states” que cobraron vigor en la recta final de la puja entre los candidatos presidenciales fueron: Wisconsin, Michigan y Ohio al noreste, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia el este y Arizona y Nevada al suroeste.
En este sentido, el panorama puede resultar alentador para el futuro presidente teniendo en consideración que su partido será mayoría en el Senado, lo cual le facilitaría su agenda política en el Congreso. Entre las victorias más rimbombantes para adquirir mayor poder en el poder ejecutivo se destacan las de Deb Fischer en Nebrazka, Bernie Moreno en Ohio y Jim Justice en West Virginia (Virginia Occidental).
En esta línea, el voto popular cobró relevancia dado que en las elecciones de diciembre de 2016 -cuando le ganó la disputa a Hillary Clinton para asumir su primer mandato entre 2017 y 2021- sus números fueron ostensiblemente menores a diferencia del resultado satisfactorio que alcanzó en los comicios nacionales de aquel entonces.
Trump conquistó más de 72 millones de votos frente a los 68 millones que obtuvo Kamala Harris, una estadística llamativa para el partido rojo que acostumbra a aventajar a su adversario de turno mediante el Colegio Electoral. El papel de la comunidad latina fue otra de las claves de la victoria y una sorpresa para muchos ya que además de ampliar los votos en este sector, las políticas migratorias a las que refería el republicano se hicieron eco en virtud de medidas vinculadas a deportaciones de inmigrantes ilegales y al fortalecimiento de las zonas fronterizas en varios estados de la nación.
Por su parte, los azules perdieron en las urnas de forma notable en comparación a la lo sucedido en noviembre de 2020 cuando Joe Biden arrasó en los comicios generales de estados bisagra tales como Georgia, Nevada, Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Arizona, asegurando la victoria demócrata.
El retorno de Donald Trump a la Casa Blanca ya está garantizado, mientras tanto Joe Biden se aproxima a su retiro con 75 días de transición por delante.
Milagros B. Vázquez – 2º TN