Desde 1999 la narrativa para las ficciones de cualquier índole, empezaron a darle un ángulo distinto para contar las historias, la televisión convencional había entrado en declive y a partir de eso una oleada de inquietantes productores empezaron a marcar el ritmo. Detrás de la obra de arte que es Los Soprano, se esconde un gran productor, David Chase. Para la televisión de esa época el relato que proponía llevar Chase a las pantallas era totalmente un relato disruptivo, llegaba para romper la monotonía de las historias clichés.
El túnel
Lo que hace fascinante a la obra en sí, es la evolución de Tony Soprano (James Gandolfini), y la profundidad en los temas que hacen tocar al personaje. Cuando uno habla de Los Soprano, no habla solo de la mafia italiana en Estados Unidos como tantas otras historias que hoy conocemos, en su mayoría basada en la acción (armas y muertes) y en amores (una mujer como centro), Los Soprano te invitan a conocer la mafia desde el lado de una familia normal. Tony Soprano al ser un hombre de familia lucha con sus problemas de marido y padre, el lado vulnerable de un hombre a cargo de su familia mostrándose desde el lado más humano y a la vez más terrorífico. El primer episodio de la serie es el comienzo de un túnel en el que solo salís cuando terminás de mirarla, cada capítulo desde el primero es un estimulante para ver el siguiente. Tanto es así que la serie cuenta con 6 temporadas y 86 episodios, algo totalmente fuera de los límites para esos años.
A diferencia de una narrativa más «simple» en cuanto a la duración y complejidad, Chase logró centrar la escena entre Tony y los demás personajes. Lejos de quitarle protagonismo a los demás, Chase intervino la serie muy bien para complementar las audacias de Tony Soprano y los que lo rodean. Cada personaje tiene su historia y su historia es tan profunda, extensa y compleja como la de todos, lo que hace emocionante el relato de cada uno.
El comienzo
El capítulo 1 de la serie comienza con Tony, un hombre de la mafia italiana en Nueva Jersey, entre sacos de piel y zapatos italianos, elegante al mismo nivel que letal. Pero como hablamos al principio la serie te lleva de un lado a otro, en esa misma escena Tony se encuentra en la sala de espera para ser atendido por una psicóloga luego de haber sufrido un ataque de pánico. Estas sesiones con su psicóloga la Dra. Melfi (Lorraine Bracco) van a ser el epicentro a lo largo de la historia, ya que en esos momentos Tony saca todos los problemas con su familia y el trabajo que se presentan todos los días. Sin perder de vista que Tony Soprano es un criminal, mafioso, asesino, Tony fue un chico con una niñez dura, una madre severa y un padre al que le siguió sus pisadas (de tal palo…). Su personalidad ambigua entre los gajes del oficio de la mafia y los problemas terrenales familiares, hacen que los espectadores puedan llegar a simpatizar con él, incluso comprenderlo en situaciones donde la moral de un hombre se ve puesta en discusión. Las reglas del juego cambiaron, mientras la televisión convencional intentaba atraer el mayor público posible, David Chase creó un núcleo para un selecto grupo, ofreciendo una narrativa densa y compleja que podía ser apreciada por audiencias adultas e intelectuales.
Las piezas musicales que acompañan a la serie se acoplan a la perfección con el ritmo de la serie, marcando las pausas, ayudando a establecer el tono e intensificar los momentos dramáticos. La música es casi tan importante como el guión, estimula las escenas a hacerlas más emocionante al espectador, sumergirlo con todas las fuerzas para teletransportarlo al momento in-situ. Los géneros van desde el blues, rock and roll clásico hasta música italiana y contemporánea, esto demuestra todas las facetas de Tony y los ámbitos en los que se mueve.
Los Soprano simplemente sentaron las bases de lo que luego serían todas las series de «anti-héroes», de trama mafiosa o de índole criminal, tales como Breaking Bad con Walter White, Better Call Saul con Saul Goodman o Dexter con Dexter Morgan, series que sin dudas lideran un gran ranking de alto contenido de calidad. Por lo expuesto, suficientes son las razones para ver esta pieza de David Chase, pero hay muchas más.
Martin Maschio.