Juan Manuel Giner, originario de San Isidro, poseía una mutación genética que aumentaba el riesgo de desarrollar cáncer gástrico, enfermedad que ya había provocado el fallecimiento de su padre. Por esto fue sometido a una gastrectomía. A Juan, que tenía menos de 40 años en 2017, le habían detectado la misma mutación genética (CDH1) que había causado el cáncer y la muerte de su padre. Él sabía que esa mutación le daba un 80% de probabilidades de desarrollar cáncer gástrico. Entonces tomó una decisión drástica: al igual que la actriz Angelina Jolie, quien años antes había optado por extirparse los senos, ovarios y útero debido a la mutación del gen BRCA1 que compartía con su madre, abuela y tía –todas fallecidas por cáncer–, Juan decidió someterse a una gastrectomía total.
En un viaje en ese año en el cual Juan acompañó a su mamá Margarita pocos meses antes de la Semana Santa, en el cual caminaron 20 kilómetros diarios durante siete días, partiendo desde Sarria, en la provincia de Lugo, España, siguieron la ruta más transitada hasta llegar a la catedral de Santiago de Compostela, la ciudad gallega donde, según la tradición cristiana, reposan los restos del apóstol Santiago el Mayor, uno de los 12 discípulos de Jesús que predicó en esa región. El propósito de Juan y Margarita era cumplir el sueño que Carlos, su esposo y padre, no pudo realizar: recorrer esos 100 kilómetros y obtener el certificado que atrae a cientos de miles de peregrinos cada año. Carlos había fallecido recientemente, víctima de un cáncer gástrico de rápida evolución, y este viaje representaba para madre e hijo la manera de hacer realidad el anhelo que la enfermedad había frustrado. Se dieron cuenta de que siempre habían estado acompañados por su padre o sus hermanos, pero nunca solos. Poco después del regreso, se sometió a la cirugía. Al quitarse el estómago, el riesgo del mismo cáncer que acabó con su padre se redujo a cero.
Hoy, Juan tiene 47 años y mantiene un blog donde comparte su historia (https://vivirsinestomago.wordpress.com/?ref=spelling). Es administrador de empresas, con un posgrado en finanzas, y actualmente está cursando una maestría en negocios digitales. Además, trabaja en inversiones para emprendimientos tecnológicos en América Latina. Vive en San Isidro junto a su esposa Florencia y sus tres hijos, dos varones y una mujer, de 14, 17 y 19 años. «Cada 14 de agosto publico algo en Twitter para conmemorar un nuevo aniversario de mi operación. Este año fueron siete años. Mi hija de 17 me entrevistó para un trabajo escolar, y con esas preguntas y respuestas publiqué un hilo. Allí relató todo el proceso, uno que también podría afectar a ella o a mis otros hijos, ya que cada uno tiene un 50% de probabilidad de haber heredado la mutación genética. La prueba puede hacerse a partir de los 18 años, y mi hijo mayor, que ya tiene 19, aún no ha decidido si se la hará», contó.
La identificación de esta mutación genética comenzó a surgir cuando se empezaron a conectar las experiencias de varios miembros de la familia. «Una tía en España fue diagnosticada con cáncer de mama, ya que esta mutación también aumenta el riesgo de cáncer lobulillar de mama», relata Juan. «Mi padre y mi hermana mayor desarrollaron cáncer de estómago, y en el caso de ella, antes de cumplir los 40», agrega. Sin embargo, a diferencia del cáncer de mama, el cáncer gástrico presenta un reto adicional: no suele detectarse a tiempo, ya que incluso con endoscopías regulares puede pasar inadvertido al encontrarse en las paredes del estómago. Cuando a Juan le confirmaron la presencia de la mutación CDH1, no tardó en tomar una decisión. «Lo vi como una oportunidad. Menos del 10% de los cánceres son hereditarios, y yo tenía la ventaja de poder prevenirlo», dice con gratitud. Con esa actitud positiva, se sometió a la cirugía en el Cemic de Saavedra.
Una nueva etapa
Juan se mantuvo optimista, confiando tanto en los médicos como en su fe. A pesar de una complicación temporal tras la operación, una fuga que le causó una infección, todo salió bien. Su estómago, aunque portador de la mutación, estaba completamente sano. «Fue el primer estómago sano que mi cirujano extirpó de manera preventiva», comenta. «Generalmente, los órganos que parecen saludables, al ser analizados, ya presentan signos de cáncer», concluyó el protagonista.
Agustin Potenza 2°a TT