El origen de la celebración del Día del Ferrocarril en nuestro país tiene inicio el mediodía del 29 de agosto de 1857, cuando la locomotora «La Porteña» realizó su primer recorrido entre las estaciones del Parque (donde hoy en día se encuentra el Teatro Colón) y La Floresta. Este viaje inaugural, de tan solo 10 kilómetros, no solo fue el punto de partida del ferrocarril en Argentina, sino también el comienzo de un proceso que cambiaría para siempre la forma de trasladarse por el país.
Asimismo, se toma como día festivo el 30 de agosto, ya que esa fecha quedaron inauguradas oficialmente las vías. Además, la construcción de «La Porteña» y su primera travesía no fueron hechos aislados, sino que respondieron a la necesidad de un país en pleno proceso de expansión tanto territorial como económica. En aquellos tiempos, Argentina comenzaba a posicionarse como un importante exportador de materias primas, principalmente de productos agropecuarios. Es por esto que la llegada del ferrocarril fue una respuesta inmediata a las necesidades de transportar esas riquezas desde las regiones productoras hacia las ciudades portuarias.
El 30 de agosto no solo marca el comienzo de un nuevo medio de transporte, sino que también simboliza el avance tecnológico y la modernización del país. El ferrocarril permitió asimismo acortar las distancias entre ciudades, crear y unir diversos pueblos, promoviendo la colonización de nuevas tierras y facilitando la llegada de inmigrantes que, en su mayoría, encontraron en el trabajo ferroviario una fuente de empleo y desarrollo.
Se eligió esta fecha porque tiene un fuerte componente simbólico, no solo se trata de recordar un evento puntual, sino también de rendir homenaje a todos aquellos que, a lo largo de la historia, hicieron posible el desarrollo de una de las redes ferroviarias más extensas del mundo. Desde los ingenieros, los trabajadores, constructores hasta los maquinistas, todos en algún momento contribuyeron a la historia del ferrocarril.
Hoy, en estaciones de trenes, museos ferroviarios y comunidades a lo largo y ancho del país, el 30 de agosto es una oportunidad para reencontrarse con una parte esencial de la identidad argentina. Es un día para celebrar el pasado, valorar el presente y proyectar el futuro de un medio de transporte que, más allá de las vicisitudes, sigue siendo un símbolo de progreso y desarrollo para la nación.
Por lo tanto, cada 30 de agosto en territorio nacional, el silbato de los trenes resonara como un recordatorio de que Argentina, un país de vastas distancias y paisajes diversos, sigue unida por esos mismos rieles que comenzaron a forjarse hace más de 160 años.
Federico Pagura, 2° A TT