El dengue ha resurgido nuevamente en los titulares, convirtiéndose en un tema de preocupación a medida que se acerca la primavera. La permanencia de un brote que se ha extendido hasta bien entrado el otoño plantea desafíos significativos para las autoridades sanitarias en la implementación de estrategias preventivas. En respuesta a este alarmante escenario epidemiológico, se ha lanzado una campaña de comunicación enfocada en la prevención durante el invierno, así como un Plan de Abordaje Integral. Sin embargo, surgen interrogantes sobre la suficiencia de estas medidas y si se ha llegado a tiempo para mitigar el impacto de la enfermedad.
La voz autorizada en este contexto es la doctora Susana Lloveras, especialista en clínica médica e infectología, quien destaca el enfoque integral necesario para abordar estas emergencias. Su experiencia de más de 25 años en patologías endémicas, tropicales, emergentes y zoonóticas la posiciona como un referente en la materia. Lloveras recuerda las predicciones de Olindo Martino, quien hace tres décadas advirtió sobre la potencial emergencia del dengue y enfatizó la importancia del concepto de “una salud”, que reconoce la interconexión entre la salud humana, el medio ambiente, los animales y el clima.
La creación de una clínica de Medicina del Viajero, un proyecto anhelado por Lloveras, refleja su compromiso con la comunicación efectiva y la educación en salud. En un mundo cada vez más globalizado, es imperativo que las campañas de prevención no solo informen, sino que también resalten la relación entre el entorno y la salud individual y colectiva.
De cara al futuro, es esencial que las acciones implementadas vayan acompañadas de una vigilancia constante y de una cooperación multidisciplinaria. La lucha contra el dengue requiere no solo de respuestas rápidas ante brotes, sino de un enfoque sostenible que fomente la educación y la concienciación durante todo el año. Así, la comunidad puede convertirse en un aliado crucial en la prevención de esta enfermedad, evitando que la próxima temporada traiga consigo nuevas olas de contagio.
La Ciudad de Buenos Aires ha tomado la decisión de iniciar la vacunación contra el dengue a partir de la próxima semana, en un intento por abordar esta problemática de salud pública. Este plan, que se implementará de manera gradual, prevé que las inoculaciones comiencen el 30 de septiembre. Sin embargo, hay elementos preocupantes que rodean esta iniciativa.
Uno de los principales obstáculos identificados por el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, es la falta de una estrategia uniforme a nivel nacional. La compra inicial de dosis fue considerada «escasa», lo que ha llevado a una disparidad de criterios entre las distintas provincias. Esta situación no solo complica la comunicación entre las jurisdicciones, sino que también entorpece la coordinación necesaria para que la campaña de vacunación sea efectiva.
La reciente declaración del ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, resalta una problemática crucial en el proceso de vacunación en Argentina: la falta de un criterio uniforme en la administración de inmunizantes. Este aspecto se torna especialmente relevante en el contexto del dengue, donde las decisiones sobre la compra de vacunas a nivel nacional han conducido a disparidades en la disponibilidad y aplicación a lo largo del país.
En esta línea, el plan de vacunación de la Ciudad de Buenos Aires se presenta como un intento por establecer un sistema organizado y accesible. A partir del miércoles, la ciudad iniciará la programación de turnos para la vacunación contra el dengue a través de la plataforma web del Ministerio de Salud. La estrategia de inmunización se desplegará en etapas, comenzando por los adolescentes de 15 a 19 años y siguiendo con jóvenes de 20 a 29, y finalmente, adultos de 30 a 39 años.
La implementación de centros de vacunación en hospitales, CeSACs y postas extrahospitalarias, así como el esquema de dos dosis con un intervalo de tres meses, refleja un compromiso con la salud pública. Esta metodología no solo garantiza una protección adecuada frente al dengue grave, con una duración mínima de cinco años, sino que también se limita a aquellos grupos de población que pueden beneficiarse de la vacuna, excluyendo a los inmunodeprimidos, embarazadas, menores de 4 años y mayores de 60.
Nahuel Alejandro Escobar, 2°A TT