Alamiro Vaporaki, es de esos pivot al que se la das, la aguanta, la gira y define. Trasladó su jerarquía de haber jugado en fútbol 11 como profesional. Compartió plantel con Ezequiel Lavezzi en Estudiantes de Buenos Aires y una vez que se le terminó el contrato, decidió buscar su futuro en el Futsal.
Empezó su carrera en América del Sud, donde consiguió el ascenso a Primera y se convirtió en el primer nacido en Tierra del Fuego en jugar en AFA. Pasó un año a Argentinos Juniors, jugó en Pinocho y finalmente se asentó en Boca, donde fue multicampeón. Fue parte del Mundial 2012 y debido a su gran presente, el Jumila de España decidió contratarlo en 2014. Al año volvió a Boca y para 2016 se consagró campeón del mundo con la Selección Argentina.
En total, consiguió un ascenso, diez campeonatos, cinco torneos nacional, Copa América de 2015 y Mundial de 2016, títulos que lo transformaron en una leyenda del Futsal argentino que le puso punto a final a su carrera hace unos días en Estrella de Boedo a sus 39 años.
Para el deporte argentino, es recordado y lo será de manera individual, pero también tiene un reconocimiento especial la dupla que hizo durante años con su hermano, Constantino Vaporaki.