Mo Farah, cuádruple campeón olímpico de los 5,000 y 10,000 metros, llegó a la meta final de una extensa carrera profesional el domingo pasado en el medio maratón “Great North Run”, realizado entre Newcastle y South Shields (Inglaterra), una cita que había dominado seis veces en el pasado.
En esta ocasión, el velocista de 40 años concluyó su última prueba obteniendo el cuarto puesto con un tiempo de 1:03:28. El ganador fue el etíope Tamirat Tola, quien marcó un tiempo de 59:58, mientras que el belga Bashid Abdi, y el etíope Muktar Edris completaron el podio.
Luego de la carrera, entre la emoción y cansancio, el fondista británico, en una breve entrevista con la BBC, expresó: “Es muy emocionante. Han pasado muchas cosas por mi mente. Todo lo que sé es correr y es lo que me hizo feliz durante tantos años. Correr es lo que me salvó”.
La vida se compone de vicisitudes de distinta índole y la historia de Mo Farah es un claro ejemplo de ello. El maratonista nació en Somalia bajo el nombre de Hussein Abdi Kahin, cuando aquellas tierras del continente africano se encontraban en una guerra civil. A los cuatro años perdió a su padre y a los ocho fue arrebatado de su familia por una señora inglesa que se lo llevó ilegalmente a Londres con falsas promesas.
Al llegar a territorio londinense, dicha señora le cambió el nombre a Mohamed Farah y le quitó y deshizo frente a él todos los papeles en donde estaban registrados los datos de contacto de su familia, perdiendo de este modo todo tipo de poibilidad de comunicarse con su gente.
Asimismo, fue esclavizado por la señora, quien no lo dejó salir del departamento hasta los 12 años, cuando pudo comenzar el colegio. Todos los profesores describían a Farah como un niño aislado cultural y emocionalmente. Sin embargo, cuando pisaba la pista de atletismo se transformaba, el único idioma que parecía entender era el deporte. Salir a correr significaba un salvavidas para él, cada vez que corría lograba despejarse de todo el sufrimiento que estaba viviendo.
Finalmente, Farah consiguió la ayuda de su profesor de educación física y pudo librarse de todo el dolor que había atravesado en esos años. El resto es historia, el británico al poco tiempo empezó a llamar la atención de todos y a partir de allí no se detuvo hasta batir récords y convertirse en cuádruple campeón olímpico, seis veces campeón mundial y otras cinco del campeonato Europeo.
Mohamed Farah les demostró al mundo y al deporte que lo importante no es cómo comienza la historia, sino la manera en la que se escribe para terminarla.
Dante Martignoni – 2ºA Turno Mañana