“Que el nombre de Joaquín sirva para que se destape todo”, pidió desesperada la madre de Joaquín Speroni, el adolescente de 14 años, mayor de cinco hermanos y jugador de fútbol en la categoría sub 15 del Club Huracán, cuyo cuerpo fue encontrado sin vida en una casa abandonada a 100 metros de la escuela a la que asistía, la I.P.E.M 278 “Malvinas Argentinas” de la ciudad de Laboulaye, Córdoba.
El joven se encontraba desaparecido desde el jueves 29 de Junio, cerca de las 15, cuando debía estar en la escuela.
Esa misma tarde, la preceptora de su curso afirmó que Joaquín no se encontraba en el aula al momento de tomar asistencia, pero sí se encontraba la bicicleta que él usaba en el patio de la escuela, lo que indicaba que el joven había asistido, aunque nunca llegó al aula.
La denuncia se hizo la noche del día de su desaparición, pero el joven fue encontrado recién el domingo de esa semana tras un operativo de búsqueda que dio con el cuerpo, que se encontraba alrededor de escombros y cascotes, y en el que también se podía distinguir un golpe en la cabeza.
Finalmente, se confirmó que había recibido un total de 18 golpes y que entre ellos estuvo el que le ocasionó el traumatismo de cráneo que le causó un daño encefálico y acabó con su vida.
Durante la investigación, se indicó que el joven sufría bullying y que no utilizaba redes sociales. También, al acercarse al entorno de la víctima se pudo corroborar que todos aquellos que lo conocían no manifestaron ninguna sospecha ante las autoridades. Simplemente afirmaron que pasaba mucho tiempo con Leandro, su mejor amigo y vecino, a quien se interrogó tres veces por las pistas falsas que aportaba a la investigación y quien era muy querido por la familia de la víctima.
Tanto la víctima como el acusado llegaron a la escuela una hora antes del ingreso y se fueron juntos a la casa abandonada, información que fue corroborada posteriormente por una cámara de seguridad de la zona que los mostraba a ambos caminando juntos sin ningún signo de nerviosismo o alerta. Minutos más tarde, esa misma cámara confirmó el regreso de Leandro solo con un celular, sin sangre en la ropa y sin ningún otro signo que alertara a las autoridades del colegio sobre lo sucedido.
Acto seguido, ingresó al colegio y se sentó en el lugar que habitualmente ocupaba, como si nada hubiese pasado.
Según indicaron compañeras del curso, Leandro estaba tranquilo, riendo y jugando. Y sumaron que el acusado era violento, pero que no lo creían capas de terminar con la vida de un joven por su cuenta, sino que debía haber otro implicado en el hecho.
Al momento de ser interrogado por primera vez, comentó que el plan era irse de la escuela pero que se arrepintió, por lo que regresó y asistió a clases. Además, sobre el teléfono celular, aseguro que era de su papá, pero luego el padre del acusado negó lo dicho por el joven. Sin embargo, no se le dio importancia en ese momento.
Luego, el adolescente pintó la funda protectora del teléfono, lo que les resulto sospechoso a las autoridades y por lo que también se realizó un allanamiento en su casa.
A raíz de esto, el joven fue interrogado nuevamente y brindó otra versión de los hechos, reconociendo que el teléfono pertenecía a la víctima, pero que se lo había dado antes de volver al colegio.
En el segundo interrogatorio, instaló una versión de bullying, que fue negada por la maestra pero ratificada por los padres de la víctima y por compañeras del colegio, quienes comentaron que a Joaquín le escondían las cosas y le pegaban hasta hacerlo llorar. Las mismas compañeras luego señalaron que los agresores se reían o burlaban como si lo que pasó no hubiera sido importante.
En ese mismo interrogatorio, Leandro señaló una casa a la que la victima podría haber ido para alejarse.
Las autoridades comenzaron la operación de búsqueda en el supuesto camino que el acusado había indicado como vía de escape de la víctima, en lugar de empezar a buscar cerca de la zona en la que se lo vio con vida por última vez.
Ya en la tercera instancia en la que se interrogó a Leandro, admitió que habían ido juntos hasta la casa abandonada, pero que allí empezaron a discutir, por lo que tomó un caño y comenzó a golpear a Joaquín en la cabeza hasta que le dio el golpe final con un trozo de mampostería.
El responsable del crimen fue trasladado a un centro de detención juvenil para ser sometido a estudios diagnósticos, psicosociales, y ambientales.
En este momento se sigue reuniendo la información necesaria para que el caso quede completamente cerrado, ya que la información judicial y la madre de la victima concuerdan que el joven acusado no cometió el homicidio solo.
De todas maneras, todavía no hay indicio de cuál fue el motivo del homicidio, aunque se presume que es por un enamoramiento del acusado hacia la víctima.
“No siento rencor con los papas de Leandro, por ahora, pero a mi hijo nadie me lo va a devolver”, fue lo que comentó Mariela Flores, madre de Joaquín. Y agregó: “Por el dolor terminé internada y mi sobrina me habló mucho para que me levante y busque que se haga justicia por Joaquín”.
Finalmente, apuntó contra las autoridades del colegio: “Si se pierde un alumno, tenés la noticia que se denunció que fue de la puerta de la escuela, como directora tenés que abandonar todo y venir a apoyar”.
Sol Bottarini – 2ºB Turno Mañana