Hace 6 meses, todo un país vivió la alegría máxima luego de 36 años, aquella que une a todos los argentinos en medio de tanta división. La Copa del Mundo representa algo muy especial, por lo que significa para esta nación y por el tiempo que pasó desde la última conquista. Pero hay un factor fundamental que generó el llanto y la emoción de todos ellos: Lionel Messi se convertía en campeón mundial. Pasaron muchas cosas antes de la consagración, hasta que por fin se le dio su principal objetivo y deseo, aquel por el cual cambiaría todos sus trofeos a nivel clubes según lo dicho por él. A sus 35 años alcanzó la cima del planeta, con una actuación brillante a lo largo de toda la competencia tanto a nivel goleador como en el juego, como si el tiempo nunca le hubiera pasado,
A partir de allí todo lo demás pasaba a ser secundario. El maltrato recibido en el PSG sumado a su falta de motivación por lo conseguido recientemente a pesar de su intento por ganar la primera Champions League del club, evidenciaban una etapa que sólo podía tener un único final: la salida. Tras un primer año de adaptación tanto futbolístico como familiar, su segunda temporada lo encontró con un notable crecimiento en su rendimiento, tanto en su aporte goleador como en su participación en el juego asistiendo a sus compañeros. Por desgracia, el mal armado del plantel sumado al flojo nivel de muchos jugadores, hicieron que la temporada terminara de una manera poco feliz, a pesar de la obtención de la Ligue 1.
Una vez confirmado que no continuaría en el equipo, Barcelona apareció en el horizonte como el favorito para quedarse con el astro rosarino. Luego de una reunión entre su representante, Jorge Messi y el presidente del club catalán Joan Laporta, en una entrevista para Mundo Deportivo la «pulga» confirmó que su nuevo destino sería el Inter Miami. A pesar de que su principal deseo era volver al club de sus amores, rechazando ofertas de clubes europeos y la multimillonaria propuesta del club árabe Al Hilal. Como señaló la Pulga, tras su frustrado intento de retorno, su idea es encontrar la comodidad tanto personal como familiar tomándose el fútbol de una manera distinta, sin perder las ganas de competir pero desde otro lugar. Su llegada desde un inicio conmocionó a todos, y rápidamente el mundo comenzó a averiguar información acerca de la institución presidida por David Beckham, quien ya está pensando cómo rodearlo con otras estrellas y con la posible llegada como entrenador de Gerardo Martino, quien ya lo dirigió en Barcelona y posteriormente en la selección argentina. Si bien era de esperarse que siguiera compitiendo en las grandes ligas, es evidente que lo vivido en Qatar terminó de llenarlo personal y futbolísticamente, y sus prioridades comenzaron a cambiar, ya que en la actualidad no le queda nada más por conseguir deportivamente. Una carrera espectacular, con una vitrina en la cual sólo faltaba el trofeo máximo, aquel por el que se esforzó y soñó tantas veces. Por fortuna, finalmente pudo darse y se terminaron de tildar todos los ítems, el último de color dorado. Nuevo país, nuevos compañeros,otra cultura, una motivación distinta pero al mismo tiempo el desafío de jugar en una nueva liga, con la cabeza puesta en el disfrute aunque sin dejar de comprometerse con el equipo estadounidense. Aún queda la gira con Argentina por Asia, pero ya se espera con ansiedad su debut, y una cosa está clara: sea fútbol o soccer, donde vaya, siempre hay que seguir al 10.