A fines del año pasado conocíamos todo. No sólo a nivel deportivo, sino también su cultura, que tanto chocaba con la nuestra y nos parecía tan extraña. Pocos meses después, no sabemos qué está ocurriendo allí, qué pasó con los estadios y si siguió creciendo o no su selección. Hace muy poco tiempo atrás, antes de la Copa del Mundo, Qatar era un sitio en el mapa por descubrir. A nivel geográfico sí podía conocerse su ubicación, pero no había tanto conocimiento.
Ya en primera instancia la designación de un país con tan poca tradición futbolística para ser sede del evento deportivo más importante de todos llamó la atención, e incluso llovieron críticas al respecto por el motivo antes mencionado sumado a posibles irregularidades en el proceso de elección. Se comenzó a conocer cada vez más de su cultura: el rol menor que tenía la mujer en su sociedad (aunque más avanzado con respecto a otros lugares de la región), la prohibición de ingerir alcohol públicamente, el repudio hacia la homosexualidad, y el temor que existía sobre todo en Argentina sobre posibles reprimendas hacia su hinchada en caso de alterar el orden en tierras qataríes. Además, y no menos importante, muchos obreros fallecieron en la construcción de los estadios, en condiciones que no eran las ideales para el desarrollo de esta actividad. Esto último generó el repudio masivo a nivel global, aunque la FIFA decidió mirar para otro lado y que las cosas continúen de la manera que estaban planeadas, sin modificaciones ni sanciones por este triste suceso. Esta suma de cosas ponían de manifiesto el choque cultural que iba a existir en el mundial, ya que su forma de ser no encajaba con lo que ocurría en otras partes del mundo. Por ejemplo, el hecho de no poder beber alcohol resultaba algo inentendible para países en los cuáles esto formaba parte del día a día, como en Inglaterra. Sin dudas lo más controversial que se conoció fue la postura homofóbica, con una visión totalmente antigua y que responde más a siglos anteriores que a los tiempos que estamos viviendo.
A nivel deportivo, el conjunto local se compuso de jugadores en su mayoría nacionalizados por el importante poderío económico, con un total de 10, reclutados desde Asia, África y Europa, e incluso su director técnico en ese momento, Félix Sánchez, era español. Se debe también a que en Qatar, sólo viven poco más de 300.000 qataríes, y el resto de su población es extranjera. A pesar de esto, teniendo en cuenta que el dinero no lo es todo, perdieron los 3 partidos de la fase de grupos, mostrando también desde el juego una muy pobre actuación.
A pocos meses de este suceso, se sabe poco de este país. Oriundo de ese lugar es el dueño del PSG, equipo en el que se encuentra el mejor jugador de todos los tiempos, Lionel Messi, pero ese es el único contacto que se tiene desde la Argentina. No se conoce cómo está su combinado nacional, sus proyectos deportivos ni liga local. Hace unos años inició un camino basado en la posesión de pelota con entrenadores que pregonan ese estilo, pero poco de eso se demostró en sus tierras y ya no se sabe que rumbo tomaron. A su vez, y a pesar de todo lo que se habló y se sabía desde antes, durante la competición no existieron mayores inconvenientes, disturbios o polémicas en las calles o estadios. Quedará saber si ese buen comportamiento en un lugar tan diferente fue la realidad de lo que se vive allí y que poco tiene que ver lo que se conocía con lo que se dijo, o si simplemente una fachada para mostrarse al mundo de una manera distinta.