El críquet es de origen inglés, pero hizo el intento de convertirse en el deporte nacional de Argentina, de la mano de los inmigrantes de la isla que llegaron hace más de un siglo. Pero tuvo que hacerle frente a un difícil adversario, de la misma procedencia, que terminó por quedarse con el puesto: el fútbol.
Se dice que el primer partido de críquet que se jugó en nuestro país (aquel entonces, virreinato del Río de la Plata) fue protagonizado por prisioneros británicos durante la Invasión Inglesa de 1806. Pero tuvo que pasar alrededor de medio siglo para que el críquet tuviera su “primer auge” en Argentina. Establecido como un deporte para la élite británica, era practicado exclusivamente por los inmigrantes y sus hijos, que en su mayoría provenían del rubro de las compañías ferroviarias y las exportaciones. Tal fue el crecimiento del deporte, a pesar de estar “reservado” para la élite, que en 1864 se inauguró el Buenos Aires Cricket Club, y en 1891 se jugó por primera vez el clásico del críquet local: Norte vs Sur, que terminó con victoria norteña.
Sin embargo, para 1867, el Buenos Aires Cricket Club presta su cancha a otra institución, siendo ese el momento en que, podría decirse, perdió la chance de ser el deporte nacional. La institución en cuestión: Buenos Aires Football Club. La gran repercusión del joven fútbol se debió a que no se limitaba a ninguna élite, por más de que el diario The Standard se la atribuyera a la “naturaleza impulsiva” de los argentinos.
A pesar de haber perdido mucha popularidad, el críquet no dejó de jugarse en Argentina. La década de 1930 es considerada la “época de oro”, que decayó con la partida de muchos ingleses tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Por ese motivo, el deporte tuvo que abrirse a los jugadores locales. Hasta la actualidad, la Asociación de Cricket Argentino (fundada en 1913) se encarga de regular el deporte y de organizar torneos locales e internacionales.
Chiara Montanini, 2° A TN