A la hora de desarrollar este artículo se prevé un ajuste del 6,8% anual en el gasto del Estado Nacional. Por su parte, la educación se encuentra entre los principales afectados por el ajuste en el presupuesto nacional para el corriente año, ya que se especula que la reducción rondaría el 15,5% con respecto al año anterior. Es que la situación es crítica cuanto menos. El ministerio de educación está entre los seis que se les efectuarán mayores ajustes, y en la última década (con distintos gobiernos) la mitad de los presupuestos nacionales han implicado recortes en este ministerio. El presupuesto de educación para el año 2023 es el segundo más bajo de los últimos 11 años (2020 fue el más bajo), según el observatorio de Argentinos por la Educación.
Este conjunto de reducciones estatales que golpean a la educación año tras año, impactan directamente en los estudiantes y su formación. Argentina gradúa la mitad de profesionales que Brasil y Chile, pese a tener el doble de estudiantes inscriptos. Esto es debido a que gran parte del presupuesto sostiene las 61 universidades nacionales. En el mundo de mercado laboral que convivimos hoy en día, se necesita más formación y profesionales, por lo que las constantes bajas presupuestarias solo conducen a una disminución de educación en la población.
Para desarrollar esta nota, tampoco podemos dejar por fuera que en 15 años se acumuló una deuda de $3,4 billones con la educación. ¿Por qué sucedió esto? Debemos recordar que en el año 2006 se sancionó la Ley de Educación Nacional, la cual en su artículo N.º 9 deja en claro que el presupuesto destinado a la educación por parte del Estado, las provincias y la CABA no debe ser menor al 6% del PBI (Producto Bruto Interno). Esta Ley solo se cumplió en 2009, 2013 y 2015, cuando en 2015 toco su máximo y se llegó a presupuestar un 6,1%. Por otra parte, los años donde la acción presupuestaria fue menor fueron: 2019 (841 mil millones de pesos, tomando la inflación de la moneda en 2022), 2018 (751 mil millones) y 2020 (570 mil millones). Es decir, sí hoy en día el Estado Nacional quisiera saldar su deuda con la educación, debería presupuestar un 11% del PBI anual del 2023.
El horizonte para la educación nacional es cuanto menos obscuro. Las reducciones presupuestarias de los diferentes gobiernos para con el Ministerio de Educación condujeron, en mayor o menor medida, a la realidad que toca vivir hoy en día. Sí sumamos el problema presupuestario más la constante caía económica nacional, obtenemos como resultado los bajos salarios a los docentes y la poca calidad educativa que hoy presenta Argentina.
Igualmente, no todo pareciera ir en declive, ya que en el calendario escolar del 2023, 6 provincias nacionales planificaron 190 días de clase, como está establecido por la normativa del CFE (Consejo Federal de Educación) que establece un piso de 190 días de clase, por encima de la Ley 25.864 de 2003 que fijó un mínimo de 180 días, las cuales solamente 1 provincia (Jujuy) no llega a cumplir. Este relevamiento indica una mejora substancial con respecto al año pasado, cuando eran 3 las provincias que no llegaban al piso mínimo de 180 días lectivos, mientras que en el 2021 fueron 10 y un año más atrás, en el 2020, habían sido 14. Sin duda alguna una buena entre tantas malas.
Como respuesta a esta realidad que le toca afrontar a la educación nacional, es que la modalidad «docente taxi» es común en nuestro territorio nacional. Esta metodología de «pluriempleo docente» atenta contra dos cosas muy claras, la calidad educativa y el ejercicio profesional de su rol. El trabajo docente se ve vulnerado por todas las problemáticas antes explicadas y quienes más las padecen son los/las docentes/as y los/las estudiantes. “Uno de cada tres maestros trabaja en más de una escuela”, así lo relata el Observatorio Argentinos por la Educación. El informe presentado denota que solo el 26% de los docentes del nivel secundario trabajan en una escuela, el 20% lo hace en dos y el 44 % restante lo hace en tres o cuatro. Por otra parte, en las primarias estos números en rojo disminuyen un poco, con un 69% que dicta clases en una sola institución, el 28% que enseña en dos instituciones y solo un 3% lo hace en tres o cuatro.
La crisis educativa es un hecho y se expresa tanto en los números como dentro de las aulas. Es por eso que es momento de rever la situación y ponernos a pensar: «¿La política no le da importancia a los docentes?». La verdad no es absoluta, pero los hechos están.
Franco Rodríguez