La riqueza de esta celebración es tan grande que fue declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, definiéndola como una expresión tradicional, integradora, representativa y comunitaria. Se cree que cada año en el mes de noviembre las almas de las personas que han fallecido regresan al mundo de los vivos para acompañar a sus familias y estar con ellos. Esta creencia tiene lugar los días 1 y 2 del onceavo mes.
El 1ro de noviembre se celebra a “Todos los Santos”, es decir, a todos los difuntos que ya han superado el purgatorio, se han santificado y que ya gozan de la vida eterna junto a Dios.
El segundo día se dedica a “Todos los Fieles Difuntos”, es decir, a todas aquellas personas que han acabado con su vida terrenal y que aún se encuentran en proceso de purificación de pecados.
Cabe destacar que varios países de habla hispana celebran este día, como España, Guatemala, El Salvador, Panamá, entre otros. Sin embargo los usos y costumbres que le ha añadido el pueblo mexicano a esta tradición hacen que sea un rasgo sumamente característico del país Azteca.
El altar
Representa el encuentro entre el mundo de los vivos con el de los fallecidos, y es una de las costumbres más representativas en esta festividad, en él existen muchos elementos que se le pueden agregar a la ofrenda, cada uno de ellos con un significado muy específico:
- Flor de cempasúchil, caracterizada por su olor e intenso color naranja la cual se cree que guía a las almas hacia sus hogares.
- El incienso con su fragancia significa reverencia, además se cree que limpia el lugar de malos espíritus así el alma puede ingresar a su hogar sin ningún peligro.
- Las velas son la fé y la esperanza para que ellos encuentren el camino a su antiguo hogar.
- Un vaso de agua para saciar la sed de los difuntos luego de la larga travesía de camino al hogar.
- Los alimentos, se acostumbra a colocar la comida preferida de la persona fallecida para que en su visita disfruten de sus sabores y puedan recordar los momentos que vivieron con alegría.
- Pan de muerto y calaveras de azúcar, representan los sacrificios humanos que se realizaban por las culturas prehispánicas.
- La fotografía, de suma importancia, indica al difunto que ofrenda visitar.
- El papel picado o guirnalda, representa el aire, alegría y celebración.
- El mantel blanco simboliza pureza.
- La sal protege al cuerpo del difunto para que no se corrompa en el viaje.
Una visita guiada
La segunda parte de la tradición consta en la visita al cementerio, es un hábito que no se deja pasar por alto y al igual que en las ofrendas, las personas suelen adornar las tumbas de sus seres queridos con los mismos elementos que en el altar. En muchos estados de México, estas visitas se acostumbran a realizarse por la noche y compartirla una vez más con sus familiares, esto a causa de que se tiene la creencia de que ellos también visitan su propia tumba.
Paradójicamente, el cementerio se llena de vida y luces, y su ambiente es de total celebración y alegría.
Disfraz
Otra parte de esta celebración que se ha convertido en uno de los iconos más importantes de la cultura mexicana es el disfraz. Los símbolos para este son la catrina y el catrín, los cuales constan de pintarse de esqueleto vestidos con trajes típicos regionales y/o vestimentas que podrían considerarse elegantes o formales. También suele acompañarse de colores, flores y todos aquellos elementos que puedan ser llamativos de acuerdo a la festividad. Algo que en los últimos años se ha visto alterado en gran medida por la influencia y cercanía con la celebración de Halloween en Estados Unidos.
Una conmemoración masiva
En tercer lugar, está el Desfile del Día de Muertos, evento que se realizó por primera vez en 2016. Curiosamente, la decisión de que se realice cada año es debido a la gran expectación que causó a nivel general la película de James Bond: “Spectre”, en la cual se grabaron algunas escenas en México, más precisamente la persecución en el centro de la ciudad donde el agente 007 intentaba atrapar a su enemigo a través de la muchedumbre que celebraba este día. Esta escena causó tal revuelo que el Gobierno de la Ciudad de México vio con excelentes ojos realizar este desfile cada año.
Matías Luciano Del Duca