Los Juegos Olímpicos albergaron grandes gestas en la práctica de la natación y permitieron la formación de héroes históricos de dicho deporte como Michael Phelps, Ian Thorpe o Alexander Popov. Sin embargo, en Sidney 2000, un joven ecuatoguineano de 22 años quedó inmortalizado en los libros del olimpismo, pero por un hecho curioso: ser el peor competidor en la historia de su disciplina.
El suceso ocurrió el 19 de septiembre del 2000, cuando se disputaba la primera ronda de los 100 metros estilo libre en el Centro Acuático de Sídney. Allí, Eric Moussambani, que había empezado a nadar nueve meses antes de los Juegos, se debía enfrentar a Karin Bare, de Nigeria, y a Farkhod Oripov, de Tayikistán, dos deportistas igual de inexperimentados que habían logrado llegar allí gracias a las invitaciones otorgadas por el COI a los países menos desarrollados.
Sin embargo, antes del comienzo de la carrera, sus competidores hicieron una salida en falso y quedaron descalificados, hecho que no le ocurrió a Eric porque la noche anterior a la competición había visto una infinidad de videos relacionados al deporte y notó que los jueces daban tres avisos antes de la largada.
Por ello, al comenzar la carrera, el hombre nacido en Malabo se encontraba solo en las plataformas, frente a una pileta de 50 metros y 14 mil espectadores observándolo.
Y llegó el momento de la verdad. El ecuatoguineano se lanzó al agua y comenzó a hacer algo parecido a nadar. Sin ningún tipo de técnica y dando brazadas torpes, avanzaba poco a poco en el agua, aunque, al pasar los primeros 50 metros, el hombre empezó a flotar y parecía que se iba a ahogar ya que su físico no daba más.
Ante esta situación, el público, sorprendido por lo que veía, percibió que Moussambani podía ser todo menos nadador y decidió alentarlo al grito de “go, go, go” para que, por lo menos, llegara a culminar la carrera. Y así fue, con un tiempo de 1:52.72, consiguió completar los 100 metros.
Para poner en contexto el espantoso desempeño del ecuatoguineano, su marca fue el doble de alta que la realizada por cualquier campeón y, además, superior a la hecha por varios deportistas en 200 metros libre.
Después de lo ocurrido, todos los medios periodísticos publicaron infinidad de notas sobre él, lo que generó el aprecio de muchas personas, pero, a su vez, la burla de muchas otras. Sin embargo, tras unos días, se conoció su historia de vida y pasó de ser un hombre querido a un héroe, tanto en su país como en el mundo.
Nacido en una nación tan pobre como Guinea Ecuatorial, Eric anhelaba ir a un Juego Olímpico, representando a su país en el atletismo. Pero cuando visitó el predio de entrenamiento en enero del 2000, las autoridades le informaron que el equipo de atletismo estaba lleno, pero que había un lugar para ir como nadador. Al escuchar eso, no lo dudó y aceptó al instante el puesto.
El cambio de disciplina generó un lógico desconcierto en Moussambani y, durante ocho meses, se entrenó arduamente para representar de la mejor manera a su nación, sin la ayuda de un entrenador ni la asistencia de algún compañero.
Asimismo, la falta de infraestructura provocó que «La Anguila» (apodo dado por un relator inglés) debiera nadar en el mar, donde algunos pescadores le enseñaron a bracear, y también en una piscina de 12 metros ubicada en un hotel de Malabo, donde se entrenaba de 5 a 6 de la mañana tres veces por semana.
Cuando llegaron los Juegos, Eric arribó a la Villa Olímpica, vio la pileta en la que iba a competir y sus nervios aumentaron ya que nunca había nadado esa cantidad de metros consecutivamente. «No puedo hacerlo», decía el ecuatoguineano.
No obstante, Moussambani conoció a un entrenador sudafricano algunos días previos antes de competir, que lo ayudó tanto a sumergirse como a impulsarse con los pies tras pasar los 50 metros. Además, dicho coach fue la persona que le prestó el traje celeste que utilizó en su mítica carrera, ya que su país no le había proveído ningún tipo de indumentaria.
Todos estos detalles expuestos por los medios tras su participación posibilitaron que se contemplara el enorme esfuerzo que realizó el africano para cumplir su sueño. La gente dejó de reírse de él y entendió que lo hecho por el nadador de 22 años fue un acto de absoluta valentía cuyo motor principal fue el deseo de participar internacionalmente e intentar llevar su bandera a lo más alto.
Luego de Sídney, Moussambani mejoró visiblemente su técnica y bajó considerablemente sus tiempos, llegando a realizar los 100 metros libre en menos de un minuto. Debido a su gran mejora, obtuvo la clasificación para Atenas 2004 pero un problema con el visado no le permitió viajar y concretar su segunda participación olímpica. «Me da bronca no haber podido competir en otras Olimpiadas. Estoy seguro de que lo hubiera hecho mejor», declaró.
Actualmente, Eric tiene 44 años, es seleccionador de natación de Guinea Ecuatorial desde 2012 y mantiene el récord de ser el nadador más lento en la historia de los Juegos Olímpicos. Pese a ello, él es un ejemplo de superación que, con todo el viento en contra, supo dejar a su pais en la historia de la natación sin la necesidad de ganar una medalla.
Gonzalo Subirana – 2 ºA Turno Tarde.