A principios de mayo, el diputado de Juntos por el Cambio Alejandro Cacace presentó un proyecto de ley que da lugar a la “Dolarización oficial” de toda la economía argentina. En el primer artículo se indica: “Establece el dólar de los Estados Unidos de América como moneda de curso legal de la Republica Argentina”. Esta medida ya fue usada en el pasado con Menem en el reconocido “1 a 1”.
Del mismo modo que en los años de elevada inflación que derivó en hiperinflación de los gobiernos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, la convertibilidad actuó como un transitorio alivio. Ahora con una situación de mucha tensión en los precios, grupos políticos conservadores proponen la dolarización.
El aspecto que no mencionan es que las consecuencias serán todavía peores en términos económicos, sociales, productivos y laborales que la fijación del famoso “1 a 1” de los noventa. Desde que el Gobierno anunció un principio de entendimiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta que finalmente el acuerdo fue cerrado, el dólar blue empezó a transitar un camino a la baja que lo llevó a tocar el valor más bajo desde mediados de diciembre del año anterior.
El diputado Javier Milei es quien propone dolarizar la economía. Según este economista liberal, el primer paso sería implementar la «banca Simons», un proyecto que elaboraron los economistas de la Universidad de Chicago en la década del ’30 del siglo pasado.
Esta reforma, que implica subir los encajes bancarios al 100 por ciento, propone que los bancos no tengan autonomía para crear financiamiento. La medida fue aplicada en Argentina durante los tres gobiernos de Juan Domingo Perón bajo el título de «nacionalización de depósitos». Una política que se utilizó para dirigir el crédito desde el Estado quitando esa atribución a los bancos.
En el caso de Milei, la «nacionalización de depósitos» sería el paso previo a la conversión de los mismos al dólar. Tal vez previa confiscación a la fuerza de los ahorros para canjearlos por algún bono. De forma tal que pueda reducir bruscamente la masa monetaria a dolarizar, tal como alertó el economista de Cambiemos, Alfonso Prat Gay.
Las principales desventajas de la dolarización son la pérdida de flexibilidad en la política monetaria. El gobierno nacional no puede devaluar la moneda o financiar el déficit presupuestario mediante la creación de inflación porque no puede emitir dinero. Y, por otro lado, algunas ventajas serian un nivel de confianza más elevado entre los inversores internacionales, tasas de interés más bajas para el crédito internacional, menores costos fiscales y niveles más elevados de inversión y de crecimiento. Esto sería a un nivel más general.
En Argentina específicamente, La consecuencia sería el cierre masivo de empresas y líneas de producción incrementando el desempleo, ya que las empresas nacionales perderían la competencia con las empresas extranjeras. Sólo después que la crisis alcance niveles alarmantes empezará a tener efecto sobre la tasa de aumento de los precios.
Dolarizar tampoco resuelve cómo hacer frente a los pagos de la abundante deuda externa recientemente refinanciada. Mucho menos soluciona el déficit comercial y de turismo. Tampoco es un antídoto frente a la pérdida de reservas por la persistente fuga de capitales, ya que los excedentes en dólares podrían no ser depositados en el sistema bancario local.
La diferencia es que, en lugar de una devaluación, el déficit externo bajo dolarización genera una drástica reducción de la moneda en circulación hasta comprometer el mínimo funcionamiento de la economía.
Camilo De Michelis – 2°B Turno Tarde