La pandemia que fuimos atravesando a lo largo de estos últimos años parece estar cada vez más bajo control y poco a poco volvemos a esa antigua normalidad a la que acostumbrábamos.
Sin embargo, el proceso no fue sencillo. La virtualidad fue una de las realidades que más impacto a nuestra cotidianeidad y a la hora de implementarla en la educación, los obstáculos se volvieron algo constante. Sin duda alguna los más afectados en este terreno fueron aquellas carreras o actividades donde el aspecto teórico era algo más secundario y la práctica lo era todo, y el estudio de la danza claramente fue de las más afectadas. Poco más de un mes pasó desde que volvió la presencialidad limitada y con protocolos y si bien parece haber un avance, aún existen varias instituciones que continúan de manera virtual y no parecen flexibilizar la situación hasta el próximo año.
Desde la Universidad Nacional de la Artes (UNA), la profesora María José Esplugas detalló en la entrevista cómo fue el inicio y el proceso de adaptación a la práctica en el hogar. El cómo y cuáles fueron las dificultades que se presentaron a lo largo de varios meses con las diferentes situaciones de cada alumno con el limitado espacio y demás dificultades técnicas que provocaba el contexto. Además, describe cómo se conforman los protocolos estipulados para el regreso a la presencialidad otorgada recientemente.
Pero la mirada desde otra perspectiva es la que da una alumna de danza llamada Agustina Areco y sus declaraciones sobre lo difícil que es para un estudiante adaptarse a una nueva realidad que, al momento de concretar el aprendizaje y las habilidades, podrían afectar de manera exponencial en su futuro al no tener una correcta experiencia. Y por último menciona los protocolos y la adversidad que generan al momento de regresar a la presencialidad de manera limitada.
Una producción especial de: Micaela Cavalliere, Matías Angrisani, Ludmila Farías Messineo, Lucas Fernández, Federico Besso y Mateo Boccalandro.