Cuando uno piensa en los pilotos estadounidenses más reconocidos, el nombre de Jim Rathmann seguramente no entre en esta lista. Fallecido un 23 de noviembre del año 2011 a sus 83 años, “Dick” como lo apodaban de pequeño, no consiguió un palmarés repleto de logros, pero conquistó los autos de fórmula entre 1950 y 1960.
Desde sus inicios comenzó compitiendo en 1949 en el Campeonato Nacional de la AAA, organizado por la Contest Board. Un año después, Jim debutó en uno de los eventos fiscalizados por la AAA, las 500 Millas de Indianápolis, donde finalizó 11°. Al mismo tiempo, comenzó a competir en las series de NASCAR, aunque solo completó 3 carreras.
Pasados 2 años, en 1952, con tan solo 23 años, Rathmann marcó su primer gran podio profesional, consiguiendo el segundo puesto en las Indy 500 con el equipo Grancor-Wynn’s Oil. En aquel momento, la competencia estadounidense era puntuable en el campeonato de la Fórmula 1, por lo que “Rat” se había metido en la historia de la categoría madre de los autos de fórmula.
El piloto californiano siguió compitiendo en la categoría, fiscalizada desde 1955 por el USAC Championship Car. Entre 1953 y 1956 tuvo su mejor llegada en el gran premio en la séptima posición. Hasta que en 1957 comenzaría uno de sus mejores años automovilísticos. Fue campeón de las 200 Millas de Milwaukee y subcampeón de las 500 Millas, lo que sumado a buenas actuaciones en Phoenix, Milwaukee y Trenton, lo convirtieron en subcampeón de la USAC.
Por aquel entonces, comenzó a correrse un evento de exhibición en Monza, con un formato similar al de Indianápolis, llamada Carrera de los Dos Mundos. Aquella carrera unía a los mejores pilotos de la Fórmula 1 junto con los Indycar, y era el momento de preparación y diseño de monoplazas especiales de prueba. Gracias a su gran campeonato, Rathmann fue invitado en 1958.
Algunos de los pilotos más importantes del momento estuvieron presentes aquel año. Como Stirling Moss, Ivor Bueb o Juan Manuel Fangio. El “Chueco”, quien venía de ser campeón del mundo, no logró pasar de la segunda vuelta debido a una rotura en la bomba de combustible. Quien sí logró finalizar y fue el ganador de las 3 etapas fue Jim Rathmann, que a bordo de su roadster Watson-Offenhauser se coronó campeón del segundo y último “Monzanapolis” de la historia.
Pese a su título mundial, el tan preciado título de Indianápolis, como si se tratara del azar, sigue negándose. En 1959 volvió a finalizar segundo a los pies del histórico multicampeón Rodger Ward. Finalmente, llegaría el capítulo final de su historia, con el final deseado.
En 1960, Rodger Ward buscaba arrebatarle el título nuevamente, pero Jim lideró durante 100 vueltas y por 12,75 segundos logró grabar su nombre en la historia, y su cara en el tan prestigioso y ostentoso trofeo que ofrecen las 500 Millas. Rathmann jamás logró conseguir el campeonato, pero aquel último título lo convirtió en leyenda.
Fue incluido dentro del Salón de la Fama del Automovilismo de América, mientras aún estaba con vida en 2007. Luego de su retirada en 1963, abrió una agencia concesionaria en Florida, la cual dirigió hasta su muerte en 2011 a causa de una convulsión.
Por Baltasar Delpueche Torga