El mundo del boxeo es un espectáculo que se reinventa, año tras año aparecen peleas que se postulan a escalonarse como las mejores de la historia pero todas fracasan. Las razones son variadas: no hay un escenario previo, no hay títulos importantes en juego o bien no cambiará en nada la historia sea cual sea el ganador. Todas estas observaciones fueron descartadas con la llegada de la mejor pelea de la década del 80′: Alexis Argüello vs Aaron Pryor.
Alexis «El Flaco Explosivo» Argüello iba por la victoria frente a Pryor para lograr algo histórico: consagrarse como el primer boxeador en ganar 4 títulos mundiales en diferentes categorías. El nicaragüense nacido en Managua ya se había hecho dueño del título pluma de la AMB, superpluma y ligero del CMB. Iba en búsqueda del título welter ligero de la AMB perteneciente a Pryor.
El «Flaco» contaba con un récord de 72 victorias (62 KO) y 5 derrotas. Su boxeo se destacaba por ser conservador y estilista esperando los momentos adecuados para golpear, impactando con fuerza y causando daño en cada una de sus embestidas, una de sus fortalezas era aguantar los golpes y bloquearlos generando el desgaste en sus rivales y aumentando el daño.
Su retador era Aaron «El Halcón» Pryor que ostentaba un invicto de 31 victorias, de las cuales 29 fueron mediante la vía rápida. En agosto de 1980 obtendría el título welter ligero de la AMB tras vencer al colombiano Antonio Cervantes por nocaut, dicho título lo defendería en 8 ocasiones por KO y sería el premio principal que buscaba conquistar Argüello.
El nacido en Ohio poseía un estilo de boxeo agresivo y fugaz. Sus golpes eran invisibles, rápidos y contundentes. Subía al ring con el único propósito de dejar en la lona a sus rivales, sometiéndolos a un ida y vuelta constante y agotador.
Luego de examinar el perfil de ambos contrincantes hay que hablar sobre la «Batalla de Los Campeones», según la nombró el promotor Bob Arum, ocurrida el 12 de noviembre de 1982 en el Estadio Orange Bowl ubicado en Miami, Florida.
El evento iniciaría con un altercado debido a que un hombre intentó adentrarse en el vestuario de Argüello portando un arma. Afortunadamente el boxeador fue puesto a resguardo y el hombre del incidente arrestado.
Una vez iniciado el combate se logró apreciar una pelea totalmente emocionante. Pryor comenzó dominando gran parte del enfrentamiento mediante combinaciones de golpes rápidos y certeros en el rostro de Argüello quien había iniciado fuera de ritmo pero se fue adaptando a la contienda con el pasar de los asaltos bloqueando y aguantando los puñetazos del «Halcón».
La planificación de Argüello era clara y cumplía con lo que había vociferado previo al combate: «No tengo que golpearlo muchas veces en cada asalto, pero tengo que asegurarme de que cada vez que le pegue le duela», dijo el nicaragüense. Desde la ronda 9 hasta la 11, Argüello tuvo su momento y sometió a un Pryor cansado al borde del nocaut.
No obstante, en el duodécimo asalto se vio al estadounidense salir con otra energía y más fresco como si recién comenzara el combate. En el descanso previo al asalto, se pudo percibir a su esquinero Carlos «Panamá» Lewis hablando con su asistente Artie Curley: «Dame la botella. No esa, la que mezclé», de esta forma Pryor ingirió una botella que contenía pastillas antihistamínicas que le otorgaban una mayor capacidad pulmonar, según confirmó Luis Resto un ex-boxeador que fue manejado por Lewis.
Pryor salió hecho una fiera a la vuelta número 13 pero Argüello pudo aguantar al huracán, mediante un golpe fuerte y desconcertante pero que no fue suficiente para derribar al de Ohio. Nuevamente en el descanso, Lewis esta vez rompería un licor de amoníaco para potenciar su estado físico y renovar sus energías. Una vez llegado la ronda 14, tras 23 golpes encadenados consecutivamente por Pryor contra un Argüello que era sosteniendo por las cuerdas, el árbitro Stanley Christodoulou decidió finalizar la pelea en el round 14 de los 15 pactados.
Con la pelea culminada y Pryor como el vencedor, las polémicas y especulaciones sobre el contenido de la botella no tardaron en llegar. En Europa «El Halcón» era una leyenda, en Latinoamérica era un tramposo.
Se dio lugar a una revancha el 9 de septiembre del año siguiente en Nevada, aunque el resultado de esta fue más natural y menos controversial debido a que Argüello cayó a la lona en el décimo asalto. Más allá de los dudosos sucesos ocurridos en el Orange Bowl, 23.800 espectadores fueron testigos de una de las más grandes batallas del boxeo. Si la botella estaba limpia o no, fue la pelea que nunca se anunció fuera del cuadrilátero.
Por Luciano Dos Santos