El mundo del deporte es una mina inagotable de historias curiosas que merecen ser contadas. Y la de Marco Trungelliti, actual N° 198 en el ranking, es una de ellas. Apodado “Máquina de café” u “Hombre Qualy” en honor a sus dos de sus grandes pasiones, cayó recientemente 7-6 (7/4), 4-6, 6-3 y 6-3 frente a su compatriota Facundo Bagnis en lo que fue su bautismo en segunda ronda del Abierto de los Estados Unidos.
Sin embargo, su gesto de caballerosidad para con su rival de primera fase, Davidovich Fokina (que terminó totalmente acalambrado y necesitó de su ayuda para retirarse al vestuario), y el haber salvado media docena de match points contra Kovacevic para sellar su entrada al cuadro principal, no pasaron desapercibidos en Flushing Meadows, como así tampoco lo hacen sus originales atuendos y particulares gustos.
Adicto al café y al asado, este tenista de 31 años lleva a todos lados una cafetera para poder tomar esa infusión hecha, a su manera, en cualquier parte del mundo. Para él prepararse una taza es todo un ritual, que acompaña con música tranquila y le sirve para relajar tensiones. Además, en lo que respecta a la típica comida nacional, siempre ha afirmado que uno de sus sueños es poder comer carne todos los días, algo que aún es una utopía por la alimentación que lleva como deportista de alto rendimiento y por la dificultad para adquirir sus cortes favoritos.
Lejos de su Santiago del Estero natal, actualmente reside en Ordino, territorio al noroeste del Principado de Andorra. Aterrizó en el Viejo Continente hace ya varios años, en parte en busca de la continuidad competitiva que Sudamérica no da, y en parte por sentirse excluido del ambiente tenístico en Argentina. Es que luego del escándalo de arreglos de partidos durante varios torneos de 2015, que tres años después derivó en la suspensión de varios jugadores albicelestes (tales como Nicolás Kicker y Federico Coria), fue mirado de reojo, a pesar de no cargar con el peso de la responsabilidad sobre sus hombros; de hecho, todo lo contrario.
En su momento, él fue quien notificó a la Unidad para la Integridad del Tenis (TIU) que se habían comunicado telefónicamente para ofrecerle dinero a cambio de perder adrede, denuncia que inició exhaustivas investigaciones en las fueron apareciendo otros nombres, que sí habían aceptado la propuesta. Según explicó en diversas ocasiones, lo que algunos no le perdonan es el hecho de no haber mentido o suprimido cierta información para intentar defender a sus colegas implicados efectivamente en los sobornos.
Claro que durante su carrera también ha recibido llamadas agradables. Quizás una de las mejores noticias que le comunicaron por esa vía fue apenas comenzado Roland Garros 2018. Cuando Nick Kyrgios confirmó que se sumaba a una ya numerosa lista de bajas para el Grand Slam parisino, el “Cafetero” se encontraba descansando en Barcelona después de haber caído en la última ronda de clasificación, ante Hubert Hurkacz. Entraba al cuadro principal y que debía presentarse en aproximadamente doce horas para enfrentarse a Bernard Tomic.
Sin pensarlo mucho, para no perder valiosos minutos, y con ayuda de su abuela (especialista en organizar aventuras a último momento) cargó en el bolso su ropa, raquetas y la infaltable cafetera, reunió a su familia, y emprendieron juntos un viaje de 1.035 kilómetros hasta la capital francesa. Y, como si ya el hecho de lograr llegar a tiempo no hubiera sido suficientemente épico, salió victorioso de aquel partido contra el australiano. «Vinimos tranquilos tomando café, no es ninguna proeza», declaró en la charla posterior al encuentro quien, en esas mismas tierras, había conseguido 2 años atrás su mejor triunfo, en primera ronda contra el entonces número 10 del circuito, Marin Cilic.
Evidentemente Marcos se siente cómodo en las difíciles, como pez en el agua, o como Trungelliti con una taza de café en una mano y una raqueta en la otra.
Natalia Schaller – 2°A Turno Mañana