El proyecto lleva 2 años en marcha y lo que comenzó como una utopía espacial, terminó siendo una realidad gracias a las alianzas con empresas tecnológicas del país. Innova Space cuenta con una plataforma web y luego del lanzamiento de sus satélites podrá prestar servicios de geolocalización y comunicación en lugares de poco acceso. Una herramienta indispensable de aplicación marítima, minera, en agricultura y ambiental. “ Un gran paso en la democratización del espacio y un orgullo de implementación con fabricación local”, asegura Alejando Cordero, CEO de la compañía.
La idea innovadora surgió en un salón de clases en la escuela técnica Amancio Williams en Mar del Plata. El profesor, Alejandro Cordero, propuso implementar nuevos conocimientos a su clase y diseñó una presentación sobre los satélites y sus componentes. “La clase fue todo un éxito. Los alumnos me agobiaron con preguntas y muchas de ellas no las pude contestar y prometí investigar para darles respuesta. Con el pasar de los días note el interés de algunos estudiantes por el tema y decidí voluntariamente crear un espacio en el laboratorio de ciencias para mostrar cómo funcionaban los componentes de un satélite», explicó el profesor.
Al poco tiempo, notó que el interés de sus estudiantes seguía en ascenso: «La fascinación por asumir nuevos retos fue construyendo los cimientos de Innova Space y nos propusimos crear un prototipo de ‘picosatélite’ en tres meses, fue una experiencia muy desgastante pero enriquecedora. Lo más difícil fue el financiamiento, pero los chicos nunca se desmotivaron y hasta participaron en Quién quiere ser millonario para obtener recursos”, relató el maestro marplatense.
Pero todo empezó a tener sentido cuando el CEO de Neutrón, Maximiliano González Kuns, ofreció llevar el proyecto al siguiente nivel. Esta alianza permitió el apoyo económico que se requería, como también los contactos y el espacio para fabricar los satélites.
Poco tiempo después, el equipo ganó el primer premio de Innovación del Ministerio de Educación y también accedió al financiamiento de un Aporte No Reembolsable (ANR) del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación por $14.500.000. Al mismo tiempo, el equipo se fue profesionalizando y sumando integrantes con conocimientos específicos de materia aeroespacial.
De ahí en más la empresa no dejó de crecer y vio su máximo reconocimiento el pasado fin de semana. Logró un hito importante al enviar con éxito el primer vuelo suborbital montado sobre un cohete lanzador. Se lo denomina vuelo suborbital porque no quedó en órbita, sino que cayó a la Tierra con un pequeño paracaídas. El “picosatélite”, el prototipo más pequeño de los satélites, estuvo 5 horas transmitiendo información a la base de datos de las antenas receptoras.
Habitualmente los satélites son llevados al espacio en compartimentos de cohetes industriales o por astronautas que visitan la estación espacial internacional, de esta forma rompen la gravedad y pueden ser puestos en órbita. Sin embargo, la gesta del grupo de emprendedores fue un rotundo éxito en la industria aeroespacial y los medios de comunicación internacionales destacaron el hecho. Lo significativo de la operación es que ambos artefactos fueron producidos en el país y sus componentes de fabricación también fueron creados por la industria local.
Las dimensiones del MDQube-SAT1, son de 10x5x5 centímetros y pesa unos 500 gramos. Cuenta con dos antenas que son las encargadas de recibir la señal desde la tierra y transmitirla a la zona de antenas de Innova Space. El dispositivo es totalmente autónomo y cabe en la palma de la mano, por lo que su confección requiere un gran despliegue de ingeniería para incrustar todas las partes de manera precisa y pueda navegar en el espacio sin problemas.
En octubre será enviado a Escocia donde será analizado por la empresa Alba Orbital, “broker” de la célebre empresa espacial de Elon Musk, Space X, como paso previo para seguir su recorrido hasta Cabo Cañaveral, donde será montado en el cohete Falcon 9 para su lanzamiento en diciembre.
Una vez en el espacio, orbitará en la LEO (Low Earth Orbit, en sus siglas en inglés), en una órbita Polar a unos 400-500 kilómetros aproximadamente y tendrá una vida útil de 2 a 3 años. Una vez que haya cumplido su ciclo entrará de nuevo en la atmósfera y se desintegrará. “Ya estaríamos cumpliendo con un requisito que la NASA va a pedir en los próximos años, que ningún satélite dure más de cinco años para evitar la generación de chatarra espacial”, aseguró Luca Uriarte, ex alumno y miembro del proyecto.
Este es el primer paso de la entidad para poner a funcionar los sistemas de recepción y así prestar servicios en los lugares más inhóspitos del país, alrededor del 70 % del territorio, y ayudar en el desarrollo de las industrias argentinas. El deseo del emprendimiento es poder crear una constelación de 85 a 100 picosatélites que permitan la comunicación ilimitada en cualquier zona del país con la base de datos.