El cambio en la modalidad de trabajo durante el primer año de pandemia, ha permitido que los ciberdelincuentes dispongan de un campo más amplio para efectuar sus delitos. A través del phishing o suplantación de identidad han conseguido llegar a una gran cantidad de personas vía Whatsapp, Facebook y correo electrónico. Este último el medio más frecuentado.
Según la consultora BTR Consulting, la cantidad de ataques en línea creció 300 % en 2020; y la de delitos efectivamente consumados, 70%. Se estima que para este 2021 la tendencia aumente, puesto que desde enero se contemplan anuncios de venta ilegal y de garantía dudosa de vacunas contra el Covid-19, a los cuales un amplio público accede.
Los usuarios fake utilizan una dirección similar a las de empresas reconocidas, comprendiendo una verosimilitud peligrosa, por ejemplo «Correo Argentino», e integran a su contenido un link que dirige a una página con estética semejante a la firma que «pertenece». A los destinatarios que ingresan a estos sitios se les requiere sus datos personales y de tarjetas de crédito, de manera que así extraen la información necesaria para ejecutar la estafa.
Aunque esto sucede por errores humanos, se sabe que el acceso de los timadores a los dispositivos de uso cotidiano es más fácil, comparándolos con los sistemas de seguridad tradicionales de oficina.