La carrera a las PASO ya empezó y el puntapié inicial lo dio el ex candidato a vicepresidente por Juntos por el Cambio, Miguel Ángel Pichetto. El ex senador por la provincia de Rio Negro y actual auditor general de la Nación encabezó un acto en el Club San Miguel de Rugby en el que dio a conocer el nuevo partido con el que la oposición intentará ganar terreno en la provincia de Buenos Aires y todo el país.
Durante su discurso Pichetto ubicó (dentro del arco político) al partido en la centroderecha; luego habló de bajar la carga impositiva a empresarios, modernizar normas laborales y de “recuperar” a las fuerzas armadas. También se encargó de reivindicar al expresidente Carlos Saúl Menem, quien falleció a mediados del mes de febrero de este año, diciendo que había “gobernado para la unidad nacional, sin odio ni rencor”. Durante el acto estuvo acompañado en el escenario por Joaquín De la Torre (ex intendente de San Miguel), Juan Carlos Romero (Senador por la provincia de Salta), Catalina Buitrago (Diputada provincial por San Miguel) y Claudia Rucci (Senadora por la provincia de Buenos Aires e hija de José Ignacio Rucci, militante peronista y líder de la CGT asesinado en 1973).
Pichetto dejó en claro cuáles son sus intenciones y las de Juntos por el Cambio: buscar ese famoso voto peronista antikirchnerista que ayudó a torcer la balanza anteriormente, tratando de conformar una coalición opositora que pueda competir -y ganar- en las elecciones del 2021 y del 2023.
La idea de que para ganar en este país se necesita una “pata” peronista no es nueva. Los actuales opositores siempre apelaron a tener dentro de sus listas a algún “disidente” pero dicha fórmula no es algo que sienta muy bien dentro de los opositores y es un potencial causante de fuego amigo.
Tal es el caso de Fernando Iglesias, quién en los últimos días publicó una nota en La Nación dónde mostró sus diferencias con el nuevo partido. En la misma, calificó al Peronismo Republicano como un oxímoron, dando a entender que no era necesaria ni imperiosa la necesidad de apelar a ese voto peronista más moderado: “…había más peronismo en Juntos por el Cambio, que perdió, que en Cambiemos 2017, que ganó…” y “…la posibilidad de que un “peronismo republicano” ayude a que cambiar lo que hay que cambiar no es nula, pero es poca…”. Y -por si fuera poco- cerró con un frase que, más que dar la bienvenida a la coalición Juntos por el Cambio al nuevo partido, parece más bien una manera de mantener las distancias entre peronistas y antiperonistas (como Iglesias se ha reconocido en numerosas ocasiones en el pasado): “…los peronistas son bienvenidos, pero esto no es el PJ. Libres ellos de cantar la marchita. Libres nosotros de recordarles que un país productivo no se construye combatiendo al capital”.
La respuesta de Pichetto, fundador y la cara más visible de esta nueva alternativa partidaria no se hizo esperar. Rápidamente lo acusó de ser funcional al oficialismo del Frente de Todos, de no trabajar para sumar sino para restar y recalcó la “fatal arrogancia” del diputado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Este cruce da la impresión de que no todo es de color de rosa (¿o sería amarillo en este caso?) en la interna de Juntos por el Cambio. Durante los últimos meses se estuvo hablando de que en esta coalición hay dos alas: un ala más “dura” (encabezada por Mauricio Macri y Patricia Bullrich) y una más moderada (la de Horacio Rodríguez Larreta) pero si uno se detiene a observar qué partidos componen Juntos por el Cambio, puede ver el problema real que hay puertas para adentro.
Si hablamos de patas, como hizo Iglesias en su propia nota, Juntos por el Cambio estaba conformado -hasta la creación de este nuevo partido- por tres: Propuesta Republicana (mejor conocido como el PRO), la Coalición Cívica (el partido fundado por Elisa Carrió) y la centenaria Unión Cívica Radical. Si la reacción de Iglesias fue tal, ¿Cómo habrá sido dentro de la Coalición Cívica al enterarse que se creaba un nuevo partido para lograr esos votos peronistas más moderados?… ¿y cómo habrá sido dentro la UCR (el partido “popular” de la Coalición) la eventual circunstancia de tener que pelear palmo a palmo con el peronismo en elecciones presidenciales y ganarlas en reiteradas ocasiones a formar parte de una coalición con una de sus tantas ramas disidentes?…
De todas formas, con aquel debate de las ramas de Juntos por el Cambio más presente que nunca en la actualidad política, no sería complicado ver de qué lado de la interna opositora se encuentra el Peronismo Republicano. La presencia del ex titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi y un saludo por parte del ex compañero de fórmula de Pichetto en el 2019 -Mauricio Macri- dan a entender que el nuevo partido forma parte del ala “dura” de Juntos por el Cambio que quiere volver a encumbrarse en el 2023.
Está claro cuál es el fuerte del partido, su misión y sus objetivos (ganar esos votos peronistas moderados/antikirchneristas) pero… ¿será lo que necesita la coalición de Juntos por el Cambio en este momento?. Si algo caracterizaba a Cambiemos en su momento y a Juntos por el Cambio -anteriormente- era su solidez estructural y la falta de problemas internos. Es decir, siempre hubieron dirigentes de extracción peronista en las filas de la actual oposición (Monzó, Frigerio, Amadeo, Ritondo, etc.); la diferencia sustancial es que ahora surge la idea de conformar una estructura partidaria con los beneficios y riesgos que esto conlleva. Siempre existieron diferencias, pero en ningún momento se vio un cruce como el de Pichetto e Iglesias como el de los últimos días.
Lo único que queda por hacer es esperar, porque cuanto más nos acerquemos a las PASO (o a las elecciones generales, si las primerias se suspendiesen) más podremos ver la evolución de la relación entre las cuatro patas de Juntos por el Cambio.