Cuando se habla de series y películas extranjeras, a menudo se piensa en productos provenientes de Estados Unidos. Sin embargo, algo que ocurrió y es para destacar de la popular plataforma estadounidense Netflix es la inclusión de muchas producciones provenientes de países distintos que no pertenecen ni tienen relación alguna con la gran industria cinematográfica norteamericana. Esta aplicación logró llevar a los hogares de todo el mundo series y películas que de otra forma, como pasaba antes de su existencia, no podrían hacerlo. Al no ser superproducciones con un presupuesto que permita su promoción a nivel global, el tener un lugar en el catálogo de Netflix fue una ayuda grande.
De esto hay muchos ejemplos, aunque el más claro es el caso de “La Casa de Papel”, una producción española que se emitió en Antena 3 a principios de 2017 y a finales de ese año alcanzó una repentina y previamente insospechable fama mundial.
En el caso de “Nowhere Boys” ocurrió algo similar. Esta serie australiana, de 4 temporadas, fue transmitida por el canal ABC3 en noviembre de 2013. Si bien tuvo éxito a nivel nacional, siendo una serie de bajo presupuesto se puso en duda la continuidad en la siguiente temporada. Sin embargo, se terminó realizando y vaya si sirvió: la producción fue incluida en el catálogo de Netflix globalmente a partir del 2016 y adquirió una repercusión mucho mayor. Si bien no protagonizó una explosión comparable a la de “La Casa de Papel”, lo cierto es que se lograron triplicar los números en cuanto a espectadores y se obtuvo una inyección económica que provocó la realización de una película y, por el momento, dos temporadas más.
Entrando ya en la serie en cuestión, lo primero que hay que entender acerca de Nowhere Boys es que es una serie para niños, niñas y adolescentes. Como tal, no se la puede analizar ni medir con la misma vara con la que se haría con una serie de otra índole. La historia trata de un grupo de cuatro adolescentes que se pierden en una excursión escolar en el pequeño pueblo de Bremlin y, accidentalmente, son transportados a una dimensión donde absolutamente todas las mismas personas están presentes excepto ellos mismos, que allí no existen ni existieron jamás. Su nacimiento fue borrado de la historia. Lejos de ser una trama débil o infantil, vemos cómo estos adolescentes tienen que lidiar con el hecho de ser extraños en su propio pueblo y, lo que es más importante, para su propia familia, amigos y amigas. El elemento identitario tan fuerte que conllevan estas cosas en la vida cotidiana hace que los jóvenes tengan que reformular muchas de las ideas y creencias que habían construido hasta entonces. Porque un detalle no menor es que estos cuatro adolescentes pertenecen a grupos sociales muy diferentes. Un poco abusando del estereotipado esquema social de la escuela secundaria planteado por las películas de Disney, los protagonistas planteados son: el estudioso, el gótico, el atlético y el bully. Vemos a estos personajes crecer y desarrollar, desde unas escenas que señalan su antagonismo en el primer capítulo hasta el final de la segunda temporada, una amistad construida poco a poco. Si bien claramente el mensaje que se construye no se aleja demasiado del habitual en películas que apuntan a un público infanto-juvenil, personajes tan distintos empiezan a dejar los prejuicios para empezar a ensamblar una amistad, lo que hace particular a la serie es el modo en que se llega a ello. Los protagonistas son forzados a convivir juntos y a lidiar con la indigencia, el éxito que tienen algunos de sus padres y madres al no haber existido ellos los obliga también a enfrentarse con una suerte de culpa existencial abrumadora. La madurez adquirida recuerda, en algún punto, a relatos de excombatientes en Malvinas, jóvenes que se encontraron con una experiencia traumática que les provocó un cambio madurativo tan grande como abrupto.
Nowhere Boys también juega con un elemento muy atractivo para el público en las series de fantasía: la magia. Juega un papel fundamental porque fue por culpa de ella que viajaron entre dimensiones y gracias a ella que retornaron, ayuda a la trama principal y actúa notoriamente como relleno cuando la sorpresa del viaje interdimensional se agota un poco.
En las últimas dos temporadas vemos que pasaron varios años desde que ocurrieron los sucesos mostrados en las primeras dos temporadas. Situada también en el pueblito de Bremlin, otros cuatro estudiantes de la escuela secundaria protagonizan una historia un tanto similar, lidiando con un viaje por arte de magia, aunque esta vez es hacia el futuro y no hacia una distinta dimensión. La serie mantuvo el mismo tono liviano y juvenil pero lo cierto es que, con el cambio de elenco y dirección (no hay director ni directora que haya dirigido algún episodio de las primeras dos temporadas que haya hecho lo mismo en las últimas), la audiencia de la serie bajó mucho y se vio un claro declive.
A criterio de usted, querido lector o querida lectora, quedará darle una chance a esta serie australiana que ganó el premio Emmy Internacional Infantil a la mejor serie en 2016 y dio que hablar desde su llegada a Netflix.
Francisco Gazzaniga
2° «B» T.N.