La pandemia del COVID-19, con todas sus consecuencias, ha generado una innumerable cantidad de temáticas derivadas que se trataron durante todos estos meses, como parte de los cambios que se produjeron en la vida cotidiana de casi todos los individuos.
Con el lento proceso de adaptación a la denominada “nueva normalidad”, es el momento de debatir cuáles de todas las conductas que el aislamiento modificó, pueden ser positivas o tener perspectivas en un futuro.
Una de las primeras medidas tomadas por la mayoría de los gobiernos del mundo cuando comenzaron los brotes de casos fue la de obligar a las personas a permanecer en sus casas y eximirlos de sus obligaciones laborales. Por supuesto, transcurrido un cierto lapso, fue necesario reactivar las tareas, aunque sin abandonar los hogares, y, por eso, para aquellos que contaban con las condiciones necesarias, surgió con fuerza la posibilidad del teletrabajo.
De acuerdo a una encuesta realizada por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) a 11,7 millones de trabajadores, más de 3 millones han teletrabajado durante el periodo de aislamiento.
Esta situación se ve claramente reflejada en el impresionante aumento en las ventas de dispositivos tecnológicos, como laptops, notebooks o tablets, que son fundamentales para trabajar a distancia. Según el INDEC, en el mes de junio, las ventas de artículos de esta índole habían crecido un 100,6% interanual, a pesar de haber aumentado en el mismo periodo de tiempo hasta en un 60% su precio.
Además, lejos de lo que podría preverse, esta modalidad aumentó la productividad en las empresas. Un análisis hecho por la consultora española Alares confirma que en el país ibérico, la mitad de las compañías que han otorgado la posibilidad de trabajar a distancia, han aumentado su productividad.
Por supuesto, no todo lo relacionado con el teletrabajo ha sido positivo. Muchos empleados han elevado quejas respecto de los horarios en los que son requeridos, el aumento en el gasto energético de sus hogares y la falta de recursos tecnológicos que, en muchos casos, ellos mismos debieron proveerse. En ese sentido, una investigación de la UCEMA reveló que en la Argentina, más del 48% de los teletrabajadores prestan tareas más de ocho horas diarias.
Aún con las contras que pueda tener, según datos de Workana, el 67% de los profesionales en nuestro país que realizan teletrabajos quisieran seguir con esta modalidad incluso cuando haya finalizado la pandemia. Además, el 96% de ellos aseguró que a futuro considerarán un diferencial el beneficio del “home office” a la hora de elegir un trabajo. El teletrabajo parece haber llegado para quedarse.
En el siguiente informe nos proponemos explicar algunos de los puntos esenciales de la nueva ley de teletrabajo, que el Congreso debió sancionar para regular esta incontenible ola, y mostrar algunos ejemplos de cómo esta modalidad puede traer oportunidades y métodos novedosos en muchas áreas, inclusive el periodismo.
Una producción especial de: Juan Ignacio Minotti, Marcos Carena, Belén Medina, Manuel Bastos González y Lucio Frau Nayar