Daniel Balmaceda es periodista e historiador argentino, fue editor de las revistas Noticias, Newsweek, El Gráfico, Aire Libre, La Primera y Periódicos de la Historia, un material realizado para colegios secundarios. Es miembro titular y vitalicio de la Sociedad Argentina de Historiadores y miembro de la Unión de Cóndores de las Américas.
Publicó otros libros como: Espadas y Corazones (2004), Oro y Espadas (2006), Romances turbulentos de la historia argentina (2006), Historias insólitas de la historia argentina (2008), Historias inesperadas de la historia argentina (2009), Historias de corceles y de acero (2010), Biografía no autorizada de 1910 (2010) e Historia de las palabras (2011).
En esta nueva edición, el autor nos invita a recorrer las raíces de algunos términos, como así también de varios dichos populares que, a menudo utilizamos en nuestro vocabulario. Presenta varios personajes que, con sus historias, fueron origen de muchas palabras. Además de las etimologías, describe cuándo empezó a utilizarse la palabra y por qué.
Se trata de un trabajo de investigación, basado en la lectura de cartas, textos, publicaciones y documentos para encontrar el verdadero perfil de la palabra. Indagar papeles de origen griegos y romanos con sus respectivos desprendimientos hacia la lengua germana y principalmente a las lenguas americanas. Archivos de 1700, 1800 y 1900. Inclusive dichos populares que, según Balmaceda, son más difíciles de rastrear.
Asimismo presenta palabras de la época de Jesús, que luego fueron traducidas al latín y el griego, y así se comenzaron a escuchar. Otros términos tienen que ver con personas, sus apellidos y sus invenciones. En el transcurso de los siglos VII, VIII y IX no se utilizaban espacios entre las palabras. ¿El motivo? Era para economizar y ahorrar papel. A partir del siglo XI, se comenzaron a separar por la dificultad que ocasionaba leerlas.
Balmaceda aclara que: “En nuestro vocabulario de la vida cotidiana, el lenguaje informal tiene mucho peso. El lunfardo, los idiomas autóctonos y tantas otras jergas nos han dejado infinidad de términos que usamos con naturalidad”. A continuación, algunas de las palabras y frases que comparte en su libro, con sus increíbles orígenes y su significado.
“Levante”: de la costumbre de buscar que la dama sentada se incorporara para ir a la pista a bailar. En la delincuencia, un ladrón con prontuario limpio era conocido como “Piolín”, (“limpio” al revés). De allí “Quedate piola” (No te metas en líos). Luego como calificativo del canchero, “El piola”. Del aparato digestivo de varios animales, entre ellos la paloma, que posee el buche donde guarda la comida, surgen varias palabras como: “Hacer buches”, tildar de “Buchón” al que cuenta algo que tenía guardado en el buche. También “Bochinche”, pertenece a la misma familia.
A mediados del siglo XIII, cuando se cometía algún error de escritura y debía ser borrado, había que tirar un manchón de tinta. Allí se formaba como la borra del vino, una borra de tinta. De allí proviene “Borrar”, ya que justamente la goma de borrar se inventó en el siglo XVIII. BOND era una empresa inglesa de tranvías en Brasil. La población los bautizó: “Bondi”. En la Argentina, se copió, primero para señalar al tranvía y luego al colectivo.
En los bares con billar del 1900, cuando entraban jóvenes que podían poner en riesgo el paño, los jugadores expertos le decían al mozo: "A estos no les des bola" (para que no jugaran). De ahí nos vino: "No dar bola".
— Daniel Balmaceda (@d_balmaceda) May 12, 2020
La palabra “Faso” llegó desde Italia, porque fascio (fajo, atado) era la forma en que se vendía el tabaco. De hecho, al paquete de cigarrillos aún se le dice “Atado” porque se mantuvo la costumbre de tenerlos unidos por un hilo como antes se hacía con el tabaco. “Lastrar” viene de lastre, el peso, la carga que lleva una nave. Al lastrar (es decir, al comer), nos metemos peso en el cuerpo.
“Pampa y la vía”: en 1897 se incorporó el tranvía eléctrico que llegaba hasta Belgrano (Pampa y Vértiz), muy cerca de allí se encontraba el Hipódromo Nacional (hoy barrio de River), los desafortunados que perdían en la jornada hípica, debían regresar en el mencionado transporte y comúnmente vendían alguna prenda para continuar su camino. De allí proviene estar en “Pampa y la vía” (No tener nada).
Estas y otras frases más, junto a sus historias, se pueden encontrar en esta edición de Daniel Balmaceda. Lo pueden conseguir, tanto en las distintas librerías, como también de manera digital en las plataformas de librerías digitales.
Ciro Ruggera
2° B T. N.